En números anteriores hablamos de cosplay, cosfail (lo que NO debe hacerse con un personaje), eventos importantes y un largo etc., pero...¿y el furry?

Cuando mencionamos "furry" pensamos en animales antropomórficos, generalmente copiando actitudes humanas, un claro ejemplo en cómic sería Blacksad. Pero esto es solo rasguñar la superficie, pues este género es amplio.

Aquí la consigna no es ganar premios, sino enteramente divertirse. De hecho en EEUU existen lugares que promocionan tales actividades con ayudas benéficas, por eso no es de extrañar ver a personas disfrazadas llegando con donaciones, alimentos no perecederos, o aportando dinero para reservas naturales o asociaciones de animales.

Esta modalidad pegó fuerte cuando los "moralistas" (cuando no) empezaron a inquietarse al ver semejantes trajes pero, principalmente, al observarse caracterizaciones femeninas con poca ropa, ¿cómo lo solucionamos? ¡hagamos una buena acción, ayudemos con todo lo recaudado a las iglesias! Empezaba el destape de las "catgirls".



Las juntadas furrys tuvieron un comienzo difícil a principios de los 80, aumentando gradualmente con el paso de los años y explotó con las nuevas generaciones que imitaban ya no sólo a protagonistas de series de su país, sino a juegos, literatura y cómics del mundo entero, la adquisición de internet provocó que cualquiera tuviera a su alcance la posibilidad de hacerse con la vestimenta escogida.

La temática se puede diferenciar en dos estilos, el "parcial" que utiliza una parte, ya que cubrir por completo suele ser bastante caro; así tenemos a la anteriormente mencionada "catgirl" que pueden ser atuendos simpáticos o brillar por la sensualidad, (y aunque en internet abunden, no es tan común en los eventos) generalmente un equipo de biquini, orejas de gato y botas altas, variando si son conjuntos con aplicaciones de peluche, guantes con garras felinas, pinturas, etc.


Otro estilo es el "traje entero", alternan entre osos, leones, lobos, si buscamos algo bien conocido y común hallamos a Pikachu de Pokémon en cualquier esquina, o al erizo Sonic, por citar algunos.

Estos disfraces por lo general están para alquilar, pero si tenemos paciencia y cierta habilidad, la confección puede ser casera. Logra impactar visualmente, como contra hallamos el calor del portador, aún si su cabeza está libre de máscara, gorro o capucha.

¿Te animas a usar un traje furry? Nos vemos en otro número