El manganime, si tiene algo que le haga tan especial, es el cómo siempre logra encontrar ese toque que hace a cualquier obra especial, trastocando los pequeños conceptos que se han dado de toda la vida por dogmas para crear nuevas bases. Su forma favorita es con la deconstrucción de Evangelion, Narutaru o Puella Magi, pero con la pasada [C] o con el sempiterno ejemplo de Gantz, se ven claros ejemplos de ese trastoque. Aunque incluso en esos casos el manganime suele estar contenido en ciertos marcos.

Por eso es tan extraño que Shinsekai Yori hable de las distopías. Con poderes psíquicos.

Hace mil años algunas pocas personas obtuvieron misteriosamente poderes paranormales e hicieron lo primero que se le vendría a la cabeza a cualquier persona que pudiese hacer estallar cabezas con la mente: ponerse a estallar cabezas con la mente hasta volverse loco. Mil años después la supervivencia del más fuerte se impone y tenemos una sociedad compuesta enteramente por gente con poderes psíquicos. Este poder, capaz de acabar con civilizaciones enteras y que haría de una sola persona un ejército, es visto como algo tan mundano como ir a hacer pis. Y todo debido a un simple factor.

Estamos en una distopía.


Watanabe Saki es una joven estudiante que tiene el placer o la desgracia, según se vea, de nacer en semejantes circunstancias. La sociedad ha avanzado para ejercer un estricto control sobre la población, limitando la reproducción, el acceso a la información y, especialmente, el uso de los poderes psíquicos, en el que se educa en una formación muy estricta a la población desde jóvenes. Sin embargo, Saki y su grupo de amigos no son unos estudiantes comunes y corrientes, y en una excursión vacacional descubren una misteriosa criatura que les revela información sobre su supuestamente perfecta sociedad…

Shinsekai Yori llama la atención desde el principio por tener una base tan distinta y fascinante, pero sin embargo acaba ofreciendo una ejecución irregular. A pesar de que se desarrolle en una suerte de distopía, la obra tarda en afrontarlos, dedicando toda su primera mitad a desarrollar un intrincado arco sobre la mezcla de sociedades. Cuando llega, el mensaje es efectivo, pero tras tantas series que han contado historias más largas en sólo 13 episodios (ahí queda Puella Magi), se hace extraño y en ocasiones exhaustivo que esta necesite tantos para contar algo tan simple. Sin embargo, la reflexión sobre la naturaleza de la sociedad, los hábitos humanos, la educación y las condiciones de vida, aunque algo tópica, se agradece por su rareza. Es tan habitual hablar sobre temas de violencia e identidad que se agradece cualquier atisbo de innovación, y aunque Shinsekai Yori la ofrece, lo hace a un ritmo desacompasado que carece de la solidez de otras obras más ortodoxas.



La trama, con todo, consigue desarrollarse construyendo unos personajes decentes y manejando las interrelaciones con la simple filosofía de “si damos por sentado que todos se enrollan con todos no tendremos que forzar una trama romántica”. Aleluya. Y gracias por el lesbianismo, por cierto. Pero al final todo acaba siendo típico. Y aunque sea habitual que el manganime se guíe por tópicos a la hora de construir su narración, una obra con un toque tan especial como Shinsekai Yori, que necesita de una identidad sólida y única, acaba cayendo en saco roto al seguir una vez más los mismos cauces. El nivel visual es decente, con unas excelentes animaciones durante el último tercio, y la banda sonora logra alejarse de los estándares del clasicismo tan manido que oímos. Pero por desgracia el resultado no es la obra maestra que muchos esperábamos. Es una obra más que recomendable, sí, y una que no carece de interés.

Pero cuando pasen los meses y llegue la nueva remesa quién sabe si alguien se acordará de esta obra con tanto potencial y tan irregular ejecución.

Ficha Técnica

.Año: 2012

.Estudio: A-1 Pictures

.Autor: Mashashi Ishihama

.Género: fantasía, distopía

.Categoría: seinen

.Episodios: 25