Tal vez no debiera enmarcarlo en mi sección, pero como catalana y admiradora de Gaudí, he creído que me vais a perdonar el atrevimiento.

Si el año pasado Planeta licenció Pepita de Takehiko Inoue y ya hay anunciado un segundo tomo, pocos son los que han hablado de Pepita. Todo el mérito se lo lleva (no sin razón) Antoni Gaudí.
Los que tenemos la obra, disfrutamos con los DVD's y el ingenio del mangaka, tal vez nos preguntemos por qué Pepita...

Pepeta Moreu fue el gran amor de Gaudí, supongo que aunque no conociérais la historia, lo podíais intuir/adivinar.

Con 22 años y aún sin el título de arquitecto bajo el brazo, Antoni empezó a sentir un poderoso sentimiento por aquella maestra del jardín de infancia de la Cooperativa Obrera Mataronense, para la que el joven empezó a trabajar.

Cuando se decidió a expresarle sus sentimentos, Pepeta ya estaba comprometida y Antoni muy religioso, jamás interfirió en la relación. Ni en esta ni en las posteriores; mucha gente se ha aventurado a decir que jamás hubieran sido felices, pues él era un devoto de todo lo relacionado con la religión ( a la vista está, sus obras hablan de ello) y ella estaba a vueltas de casi todo, desde maltratos físicos, hasta su vida en tugurios de dudosa reputación.

No obstante, Gaudí vio en ella a su musa, ese amor inalcanzable y que hacía que ambos coincidieran en el día a día, pues se movían en el mismo ambiente, servía de inspiración al arquitecto. Hasta aquí, la historia que contiene parte de realidad y la edulcoración necesaria para crear un mito y hacer plausible aquel refrán de "Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer"

La técnica de El Trencadís, inventada por el arquitecto en el que se usaban piezas rotas de azulejos que provenían de la fábrica de Pujol i Bausis que estaban destinados a la basura, podría tener el argumento psicológico perfecto para definir su relación, en la que los fragmentos serían la representación de su ser tras saber que nunca sería suya; un psicólogo lo tendría claro: las formas sinuosas, retorcidas, los trozos que invitan a pensar en algo incompleto...
Más allá del romanticismo que queramos encontrar (que lo hay, Inoue podría escribir un manga sobre ellos y llegaría a ser un Vagabond que recordemos tiene en su haber más de 33 volúmenes y sigue abierta) me gustaría hacer incapié en la elección tanto de Gaudí como autor admirado, como de Pepita para plasmar lo que vio.

La ciudad Condal está repleta de obras de uno de los mejores arquitectos que ha dado el mundo.

Y que su obra emblemática, La Sagrada Familia te pone los pelos de punta, también es cierto.

La elección del nombre de Pepita, Inoue encuentra a Gaudí, nos habla de su esencia, de su alma. Lo que al autor le ha transmitido. Es muy difícil describir lo que la arquitectura de este hombre te provoca la primera vez que la ves: te sientes pequeño, ínfimo y esa magnificencia que destilan esas piedras, que solo les falta hablar y cuya estructura nos parece fuera de nuestro alcance, tiene en un nombre de mujer su mejor definició. Inalcanzable.

Gracias a la web Deculture sabemos que está prevista una exposición en Japón sobre la obra del catalán vista por los ojos del nipón. Pero esto será en julio. A falta de cerrar fechas, está prevista sino esta otra semejante exposición en España; aún no tenemos las fechas y se está barajando hacerla en Madrid o Barcelona... Aunque yo me decantaría por esta última por motivos obvios: se respira Gaudí en cada rincón, desde el barrio Gótico, que alberga el Palau Gaudí, hasta la parte alta, con la Pedrera o la casa Batlló.

En cuanto nos lo confirmen, damos fechas.