-Muchachos… ¡ha llegado la primavera!

   -¡AAAAAAAAAAAAAAAAAGH! – El grito de pánico es general, y de pronto me encuentro envuelta en seis brazos cadavéricos: los de Vladi, ZombiD y el tiíto Creepy. Como soy la única que aún reúne condiciones casi humanas, intentan buscar en mí seguridad… no saben que a mí, el cambio de estación, me asusta casi tanto como a ellos, y no precisamente porque sea alérgica. Con la primavera, llegan más horas de sol, el calor, el verano, el regreso de la sección “Cine que sólo se ve en verano”, las películas de destape y las canciones de Georgie Dann. Casi todo lo que sucede en los meses primavero-estivales es malo, pero en fin… habrá que intentar pensar en positivo…

     -Ánimo, chicos… ¡sois los reyes del terror, no podéis dejaros vencer por unas poquitas horas más de sol!

    -¡¿Cómo que no?! ¡¿Quién dice que no?! – protesta Vladi - ¡Yo pienso meterme en mi ataúd y no salir de él hasta Octubreee…!

    -Vlaaaadi… ¡pero si te encanta el helado de corazón! El batido sanguinolento, con su espumita… sashimi de vísceras... ¡piensa que también hay cosas buenas en ésta época! – Vladi parece quedarse un poco pensativo – ZombiD, podremos hacer barbacoas estupendas al anochecer, acuérdate que siempre dices que la guitarra, suena mejor bajo las estrellas y no bajo techo… Tiíto Creepy, el terror no duerme en estos meses, sólo se esconde. Espera. Acecha… Y antes de que nos demos cuenta, los días volverán a acortarse y llegará el otoño, ¡y con el otoño, Halloween! 

    -¡SIIIIIIIIIIIIII! – gritan los tres, y golpean el aire con los puños, con lo que por fin me sueltan. Buf… Los monstruos y criaturas nocturnas tienen fama de ir por ahí asustando a la gente, pero ellos también tienen sus miedos y temores. Y hoy, vamos a tratar de unos héroes cuyo oficio es precisamente ese, el infundir temor a las entidades paranormales: Los Cazafantasmas.



    Nos encontramos en una biblioteca, siguiendo a una bibliotecaria de cierta edad, quien ordena fichas y lleva un carrito de libros en el sótano, mientras los libros, de vez en cuando, se cambian de sitio solos. (si hubiera estado en mi cuarto, sabría que eso es perfectamente normal y no se llevaría la pobre mujer el susto que se lleva, pero en fin…). Cuando los cajoncitos de fichas empiezan a abrirse solos y éstas se lanzan a revolotear por ahí, la pobre bibliotecaria se lleva un buen susto y empieza a correr por los pasillos a lo loco, buscando la escalera que la lleva al exterior, pero antes de encontrarla, otra cosa la encuentra a ella. Gritos Espeluznantes tm. les agradece su compra de éste grito de terror. Y nos trasladamos a una Universidad en la que trabajan tres especialistas de lo paranormal bastante peculiares: el estudioso sapientín del grupo, Egon Spengler (d.e.p.), el entusiasta optimista Raymond Stanz, y… eeeh… bueno, el relaciones públicas, Peter Venkman.

    Equipados con sus instrumentos de medida y observación, los tres científicos acuden a la biblioteca primero para entrevistar a la bibliotecaria, todavía afectada por el susto, y enseguida para investigar en las entrañas de la biblioteca, donde descubren “una aparición de torso completo”, con quien intentarán hablar, y al fracasar, intentarán atrapar a cuerpo limpio. Bueno… ensayo y error, ensayo y error, en eso se sustenta la ciencia. Y aunque aquí estemos frente a un error, el propio Egon nos hace saber que la experiencia “no ha sido un fracaso”, y que existe la posibilidad incluso de atrapar físicamente a un fantasma y retenerlo de forma indefinida.

     Nos encontrábamos en 1984; disfrutábamos de una época de paz, sólo enturbiada por la
posibilidad de una tercera guerra mundial con armas atómicas (una minucia, vaya), pero paz al fin y al cabo. Reagan había bajado sensiblemente los impuestos, con lo cual, los ricos y las clases medias eran más ricos que nunca (los pobres también eran más pobres que nunca, pero de esos, nadie se acordaba, que todos eran latinos y negros), y los niños y adolescentes podían sentirse orgullosos de vivir en el país de la Libertad (ya, ya….) e ir al cine a ver cintas pensadas casi expresamente para ellos. El cine de humor siempre había sido una baza fuerte a la hora de atraer dinero joven a las salas, y los cómicos televisivos como Bill Murray, Harold Ramis, Chevy Chase, Dan Aykroyd, John Candy, Steve Martin, etc., eran carta segura para apoyar cualquier comedia… pero las cintas como El pelotón chiflado o Los albóndigas, se habían empezado a quedar un poco anticuadas; se trataba de cintas casi enteramente de gansadas y, no es que flojease su público, pero sí que se necesitaba una revisión de las mismas, un comodín nuevo con el que contar, algo que, sin poner en peligro la comicidad, la compartiese. Ese algo, fue el terror. 


     Contemporáneamente a Los Cazafantasmas, se había estrenado Pesadilla en Elm Street, la primera entrega de las aventuras de nuestro querido Fred Kruegger, y si bien no era la primera cinta de terror protagonizada casi enteramente por adolescentes, sí había sido la más llamativa. Freddy Kruegger demostró que, lejos de ser los niños que temían al coco, los adolescentes de la década de los ochenta estaban deseando que los asustaran, de modo que se decidió hacer una película que mezclara humor con terror. Si bien no se trataba de humor negro, como habíamos podido ver muchas otras veces en la historia del cine, si no que se trataba más bien de una historia que podía haber sido perfectamente una cinta de terror, pero por el modo en que era contada, quedaba a la vez lo suficientemente suavizada para ser “todos los públicos”, pero nada edulcorada para no hacer huir a los adolescentes de las salas. La famosa secuencia en la que Venkman ve al fantasma Moquete y éste se le queda mirando segundos antes de abalanzarse contra él y moquearle, pasamos del humor a la inquietud, enseguida al pánico y de inmediato a la carcajada, y todo en el lapso de unos segundos; poco menos que de Maestro del Cine. La idea de la mezcla fue un éxito, y Los Cazafantasmas fue otro de los clásicos instantáneos que nos brindó la década de los ochenta, y más aún, el año 1984. 

     Peter Venkman, el personaje de Bill Murray, terriblemente criticado apenas una década más tarde, encarna de manera magistral los valores e ideales de una época superficial y codiciosa como fue la década de los ochenta. Mientras Egon y Ray se mueven más por su curiosidad científica y sus deseos de saber, Peter es quien ve la oportunidad de negocio y da enseguida con la forma de explotarla, convirtiendo en cierto el sueño americano una vez más, y también el típico modo de pensar anglosajón: la riqueza está ahí, sólo tienes que encontrarla y trabajar en ella; los pobres lo son porque son vagos, estúpidos o malvados, y por lo tanto, no hay razón alguna para ayudarles quitándole para ello dinero a la gente que trabaja, en forma de impuestos para obras sociales. Precisamente esa forma de ser fue una de las razones por las que Cazafantasmas 2 tuvo menos éxito (dejando aparte que tampoco es que sea nada del otro jueves, y os lo dice una adoratriz de esta franquicia). Ser abiertamente codicioso e ir sólo a la tuya, para el año 1989 ya estaba empezando a pasar de moda; de pronto, el egoísmo y la irresponsabilidad de Pete ya no eran graciosos y nadie decía “hace muy bien”, sino que era una traición a sus amigos y colegas y le hacía ser menos simpático que antaño. Él estaba en la onda, pero la onda cambió. 

   
Pese a beber de fuentes como Abbot y Costello (duo cómico de cuando el cine no tenía colores y que ya mostraron la idea de mezclar el terror y el humor en cintas como Abbot y Costello contra La Momia o En el Castillo Maldito), o Los tres chiflados (que hicieron cintas parecidas, pero siempre mucho más edulcoradas, donde los monstruos o villanos eran tolerados y no producían una verdadera sensación de peligro) Los Cazafantasmas revolucionaron el humor, los efectos especiales y hasta casi-casi la forma de hacer cine. Ivan Reitman, su director, juntó a los actores cómicos que más molaban en aquél momento (que no saliera de paso Steve Martin fue casi casualidad) y si ya eran famosos en éste lado del charco, a raíz de aquello se convirtieron en legendarios. La cinta no sólo llamó la atención de público y crítica, sino también de muchos otros actores que quisieron cambiar de registro con alguien que sabían que podía convertir en una comedia exitosa prácticamente todo… uno de los que cambió de registro fue nada menos que Arnold Schwarzeneger, quien debutó como actor cómico en Los gemelos golpean dos veces, dirigida también por Reitman en 1988.

Los cazafantasmas es una cinta cómica y de ciencia ficción fácil de ver, que aunque tiene un argumento sólido, no es complejo, y que aunque trate de fantasmas y pueda asustar un poco a los pequeños (actualmente tiene una calificación de “no recomendada para menores de siete años”), los adultos miedosos no pasarán con ella un mal rato. Cinefiliabilidad 4.


 

(Si alguien sabe decirme el nombre de al menos cinco de los extras que aparecen en el vídeo, se lleva un gallifante)


“Cuidado, mi teniente, cuidado conmigo: hemos corrido un encierro, nos hemos tragao una misa, hemos llevao una virgen, ¡hemos cargao con un marqués! ¡Usted ha afeitado a un fascista, a mí me han pegao una cornada! ¡Éste, se ha cagao! A éste, lo han vestido de sacristán, y a éste le han puesto los cuernos. Y todo por la jodida vaca… ¡que le den mucho por el saco a la vaca! Yo me voy a comer”. Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.