-¿Y sabes qué me dijo la tía? Me suelta "¡Hombre, no se tiene que terminar, puede quedar una buena amistad!", ¡la pesco con un tío del que no recuerda ni el nombre, y me sale con el rollo de la amistad...! - ZombiD pega un sorbo a morro de su botellín. Es su cumplezombi, y además de hacerle una pequeña fiesta, está contándonos algunas cosas, anécdotas, de cuando aún no había venido a vivir aquí, y es verdad que en lo relativo a la amistad, hay quien la entiende muy a su manera, y aunque un amigo es un bien valiosísimo, hay amigos por el mundo que uno, con ellos, no necesita enemigos. De eso precisamente, trata nuestro Cine que sólo se ve en verano de hoy: Aquí, un amigo. 



  
   La historia comienza con dos asesinatos y un sicario fumándose un puro por cada uno de ellos. Las víctimas eran dos soplones que la Mafia ha eliminado sirviéndose de un feroz asesino llamado Trabuco (Walter Matthau), a quien han prometido suficiente dinero como para jubilarse si también se encarga del tercer chivato, Ruby "Cisco" Gambola, antes de que éste declare. De camino a Riverside, donde se encuentra la Corte, Trabuco tropieza con un tipo llamado Victor Clooney (Jack Lemmon), que se hospedará en la habitación contigua a la suya del hotel, y que ha venido a intentar recuperar a su mujer la que, después de más de diez años de matrimonio, se ha fugado con un paramédico sexual. Al no conseguirlo, Clooney intentará quitarse la vida en la habitación, cosa que choca severamente con los planes de Trabuco, dado que eso atraerá a la policía, y dará al traste con el tercer asesinato y su esperado retiro.

     Alguno de vosotros estará pensando "¿No es Trabuco un asesino? Bueno, pues que mate también a Clooney, y listos". Ya, ya, listos... no sabéis vosotros lo PESADO que puede llegar a ser Victor Clooney.

     Aquí, un amigo, fue estrenada en 1981; empezábamos nueva década, el pacifismo y los hippies
empezaban a ser considerados unos ilusos, y las teorías "new age" del yoga y la meditación trascendental perdían fuelle porque no podían ser probadas empíricamente. El acercamiento a "magias" orientales que había caracterizado la década anterior, en ésta fue considerada algo propio de gente cándida que se dejaba engañar con facilidad por cantamañanas. La gente de los ochenta, codiciosa y cuyo poder adquisitivo aumentaba cada vez más (Reagan había prometido, y cumplió, bajar los impuestos. Lo que redundó en el empobrecimiento de los más necesitados, supresión de becas y servicios sociales... pero los que tenían algo, tuvieron más que nunca), no se dejaba engañar así como así, de modo que las palabras como "del Himalaya" o "recomendado por el gurú X", fueron sustituídas por otras palabras mágicas, como "científicamente demostrado", que ampararon timpos como las pulseras magnéticas (esa que llevaba la abuelita, que tenía dos bolitas en los extremos y que servía lo mismo para curar el mareo que para aliviar dolores reumáticos...), o el agua imantada. En la cinta vemos algo similar, si bien orientado al sexo; la revolución sexual de los sesenta y setenta hizo que hombres y mujeres dejasen sus complejos (bueno, parte de ellos), para disfrutar sin que nadie les metiera miedo al infierno o a enfermedades (el SIDA no se haría una terrible realidad global hasta algunos años más tarde), pero aún faltaba mucho por recorrer en materia de normalización, y más en una sociedad tan puritana como la angloamericana, por más que quieran presumir de lo contrario, cosa que también se nos muestra acertadamente en la película.

     Clooney es el típico americano medio de doble moral; trabaja en el departamenteo de censura de
un canal televisivo, y decide qué es adecuado qué no lo es en según qué horarios, lo que se extiende incluso a los nombres de los personajes de un debate. Un nombre le parece inmoral... pero engañar y más tarde abandonar a su mujer e hijos por una chica mucho más joven, no le supone ningún dilema ético, pero cuando el engañado y abandonado sea él, sí que le parecerá muy injusto. Por lo demás, Victor es asímismo el típico personaje apocado que en tantas ocasiones encarnó Lemmon y que tan bien sabía hacer: es un hombrecillo casi incapaz de actuar por sí mismo o de enfrentarse a sus miedos y pretende que todo el mundo sea bueno con él porque, eh, es que él sufre y da mucha penita. Su idea de suicidarse es únicamente por motivos egoístas; primero pretende chantajear sentimentalmente a su esposa, y más tarde cargarla con la culpa de la pérdida de su vida. No obstante, a lo largo de la cinta irá creciendo emocionalmente gracias a quien él considera su amigo.
     Su mujer y el amante de ésta se dedican a regentar una "clínica para la satisfacción sexual", cosa que, para el puritano Clooney es "algo indecente y propio de guarros". La cinta nos muestra el choque, en clave de humor, de un hombre para quien mantener relaciones sexuales programadas dos veces por semana como una cita más en una agenda es algo perfectamente normal, y una mujer que ha descubierto casi por primera vez lo que es el goce sensual... aunque no el orgasmo. Su pretendido experto en sexología que le sirve de amante le ha descubierto que puede disfrutar del sexo, pero ha sido lo bastante astuto como para presentarle esa satisfacción como una especie de carrera de obstáculos que sólo pueden sortear los que se dejan guiar por él (previo pago, naturalmente), y donde no todos los seres humanos están dotados por igual, sino que sólo algunos pueden alcanzarlo. Para esa clínica, el sexo es casi una religión, una forma de vida, donde los elegidos disfrutan y viven, y los no elegidos son persona aburridas y grises que se limitan a consumir el tiempo, no viven realmente. Se trata de una especie de secta (...o "sexta". ¡No, otra vez al manicomio, nooooo!), pero todos tienen la sensación de que es perfecto, porque hay un "médico" detrás de la misma, así que no se trata de un acto de fe, sino de algo que tenía las palabras mágicas "científicamente demostrado", y que hoy día podemos encontrar en cosas tan variopintas como la iglesia de la cienciología, los sexoveganos(JURO que existen: son personas veganas que sólo mantienen sexo con otros veganos, porque dicen que los orgasmos son mejores y que los omnívoros sabemos mal...), o los productos homeopáticos.

     Trabuco por su parte es un asesino, alguien que se ve forzado a preocuparse y aún intentar ayudar
a una persona por la que siente antipatía, y a hacerlo sólo por motivos egoístas, y es que él necesita cierta intimidad, y sobre todo alejar de su entorno las sospechas, para poder llevar a cabo su trabajo. Si bien su personaje es algo más plano y su crecimiento casi nulo, su cambio de actitud sí que resulta digno de mención: Trabuco empieza la cinta como alguien frío y calmado, perfectamente dueño de sí mismo y capaz de moldear las circunstancias a su antojo en su favor. Conforme la película avanza y la posibilidad de deshacerse de Clooney discretamente se hace más y más difícil, Trabuco va perdiendo la sangre fría para convertirse primero en un rabioso que intenta estrangular a aquél que le llama "su mejor amigo", y más tarde en un descorazonado depresivo que se toma por un fracasado... pero, ¿para qué están los amigos? Finalmente y mal que le pese, forzado, a descansar en un "atontao" como Clooney, acabará incluso arriesgándose por intentar protegerle. Y es que uno puede ser un asesino frío y de corazón de hierro, pero la adhesión y el ansia por intentar caer simpático de su compañero de reparto son tan profundas que acabarán calando su coraza, aunque sea mínimamente, y muy a su pesar. 

     Billy Wilder dirigió la presente cinta con su genialidad habitual (atentos a su "firma": los jugadores de póker diciendo "proyecto de tal, proyecto de escalera, proyecto de nada...") basándose en una obra escrita por nadie menos que Francis Veber, el de La cena de los idiotas, y dicen que tanto él como Lemmon se prestaron a hacerla para sacar de los apuros económicos que en aquél momento atravesaba a Walter Matthau. Sea como sea, es posible que no sea la mejor cinta de los tres, pero es realmente digna de ver, una película divertida de más de una lectura, ideal para una calurosa tarde de verano frente a un litro de refresco. Cinefiliabilidad 4, lo que significa que es fácil de ver salvo si no te gusta la comedia de enredo o los personajes cataplasmas. 
Lemmon, Wilder y Matthau; los tres mosqueteros de la comedia ácida.

"...Creo que he encontrado tu lentilla" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.