-Corta aquí, por favor. - ¡TCHAC! - Gracias. Hale, ánimo, que ya casi los tenemos envueltos todos...

-Sí, ¡sólo faltan 35 paquetes más! - se queja ZombiD, sujetando el papel de colores que tapa el juego de cuchillos de cocina con funda plegable profesional que le va a caer a Jason el próximo día 6. Estamos preparando los regalos de toda la vecindad, hemos tenido que ir a comprarlos, esconderlos (el vórtice donde habitan las Cosas que está bajo mi alfombra resulta la mar de práctico para eso), comprar papel de regalo en cantidades industriales y finalmente los estamos envolviendo. Los regalos de ZombiD los he escondido en otra parte, para que no los cotillee, igual que él tiene escondidos los míos. - Es la última vez que dejo que me nombren Rey mago. 
  
   -Oh, venga... ¡anda que no te ha hecho ilusión! Corta aquí, por favor - ¡TCHAC! - Gracias. Y la tarde del día 5, cuando vayamos a dar sus regalitos a todos los huérfanos de Transilvania... El año pasado fueron el Tiíto Creepy y Freddy, y se te caía la baba viendo cómo les miraban los niños, no me digas que no. 

   -Bueno... - sonríe mi novio - pero no andes diciendo por ahí que el zombi rockandrollero, el motorista más peligroso del Más Allá, es más chiquero que Santa Claus, ¿prometido?

   -Prometido. Corta, por favor - ¡TCHAC! - Gracias. Hemos perdido las tijeras, pero eso no es impedimento contando con un zombi de dientes poderosos; hace unos cortes perfectos. Y es que la Navidad, es tiempo de pensar en los demás, de ser solidarios y colaborar todos... pero también de saber arreglárselas con lo que uno tiene a mano, en pro de la ilusión. Y de eso saben mucho los vecinos de los Kranks, protagonistas de nuestro Cine que sólo se ve en Navidad de hoy: Una navidad de locos.

   


   Bien, nos encontramos a principios de Diciembre, el periodo conocido como Adviento y que, de haber nacido el Redentor realmente el 24 del citado mes, sería el tiempo en que María salió de cuentas. Todo el mundo saborea los dulces del calendario en espera del día de Navidad y disfruta del periodo navideño que, en Estados Unidos, cubre todo el mes de Diciembre y finales de Noviembre. Todo el mundo menos Nora y Luther Krank (Jamie Lee Curtis y Tim Allen respectivamente), que comienzan la película en un ambiente de tristeza casi al borde de llanto. Tristeza que nos resulta comprensible cuando nos enteramos de que su única hija, universitaria, y que lleva desde el inicio de curso sin aparecer por casa, no piensa pasar las navidades con ellos, sino que se va de ayuda humanitaria a Perú. 

    El matrimonio Krank se siente muy deprimido al ver los preparativos navideños y darse cuenta de que ellos estarán solos esa Navidad, por lo que Luther decide hacer cuentas, tirar por la calle de enmedio y, como el plan de robar la Navidad ya lo había intentado el Grinch y dejado patente que es imposible, huir de la Navidad. Irse de vacaciones caribeñas con su mujer a cualquier sitio donde nada ni nadie les recuerde una fiesta entrañable y familiar que no tienen ganas de celebrar sin su hija. En un principio, Nora lo considerará casi un sacrilegio, pero enseguida empezará a encontrar atractiva la idea... ¿la pega? Aún faltan días y semanas para la fecha de salida, y durante ese tiempo, el resto de vecinos y sus preparativos se convertirán en un severo incordio. Pero el golpe de gracia lo dará la hija de los Kranks cuando llame casi a última hora a decir que viene para Navidad, que quiere presentarles a una persona, y que está loca por ver la casa decorada y disfrutar de una entrañable Navidad en familia.

Creo que todos nos hemos encontrado con alguien a quien no le gusta la Navidad, no desea
celebrarla, y dice pestes de ella, llegando incluso a insultar a quienes sí nos hace ilusión celebrarla por mucha edad que tengamos... A esas personas, suelo decirles que nadie les obliga a celebrar nada, ni a regalar nada, ni a aceptar regalo alguno, que pueden no celebrar la Navidad, igual que yo no veo el desfile de las Fuerzas Armadas el día 12 de Octubre. Su contestación es que ellos no pueden NO celebrar la Navidad, porque vivimos en una sociedad que sí la celebra y se ven obligados a convivir con lucecitas en las calles, villancicos en los comercios y pelis como la que nos ocupa en televisión. La verdad que no les falta parte de razón, pero vivir en sociedad, tiene sus ventajas y sus inconvenientes; el inconveniente es que si vives en una sociedad de mayoría cristiano-consumista, te van a meter la Navidad hasta por las narices, a no ser que te aísles en tu refugio del ártico, y salvo que te llames Kal-El, no suele ser una opción a tener en cuenta... la ventaja, es que esa misma sociedad te ayuda y hace posible tu vida todos los días. Esos mismos que cuelgan las luces navideñas, también hacen funcionar las farolas y luces de las calles que te permiten caminar y conducir con seguridad; ese tipo que lleva doce paquetes y choca contigo y encima te desea feliz navidad, es el mismo que repara tu ordenador; la chica del hiper que te llama para ofrecerte turrones, es también la que te cobra tu compra todas las semanas... son tus vecinos, en suma, y todos hacemos cosas por todos, porque ese es nuestro trabajo diario. La teoría nos dice que los inconvenientes de vivir en sociedad, se ven paliados por las ventajas y por la colaboración y solidaridad que te demostrarán tus convecinos si lo precisas... al menos, en la cinta que nos ocupa hoy, eso se lleva a la práctica.

    Jamie Lee Curtis, hija del actor y galán Tony Curtis es una actriz con un grandísimo bagage escénico, que había sido bautizada décadas atrás como La Reina de los Gritos tras sobrevivir a la noche de Halloween y a Michael Myers; había ganados premios a sus actuaciones tanto terroríficas, como cómicas (os recuerdo la cinta de la semana pasada, Entre pillos anda el juego), como de acción o dramáticas... la película de hoy, fue calificada por la prensa como su PEOR actuación. La verdad que yo creo que Virus es todavía peor, ésta es salvable. En Una navidad de locos, Jamie Lee Curtis tuvo que interpretar a una madre de familia ya madura; ella y Luther se quieren pero "la magia" hace mucho que fue consumida para ser sustituída por el cariño diario. Lo que tanto ella como su esposo temen, es haber dejado de ser una pareja para convertirse en padres, y la prueba es que cuando su hija les hace saber que no estará en casa por Navidad, se sienten perdidos y sin una razón para celebrarlas. Es su intento de recuperar la chispa lo que hará también que decidan irse de vacaciones privadas.


    Tim Allen por su parte, cómico casi por entero, ya había participado en otras producciones navideñas como ¡Vaya Santa Claus! y llevaba muchos años haciéndonos reír en la tele con su serie Un chapuzas en casa. En esta Navidad, llena de porrazos, despropósitos y muchas risas, se encuentra como pez en el agua.

   Por último, y con muy-muy especial afecto, el tercero en discordia, ocupando un papel
supuestamente secundario, pero comiéndose la cámara de canto, está Vic Frohmeyer (Dan Aykroyd), vecino de los Kranks, entusiasta de la Navidad y toda su parafernalia y autoelegido cabecilla de la vecindad. Debemos destacar aquí que los vecindarios norteamericanos, no son estrictamente como los europeos o españoles. Allí, tu vecino es de inmediato tu amigo o, cuando menos, una persona que tendrá relación contigo, te guste o no. Y generalmente, les suele gustar. En un vecindario de casitas coloniales, los niños pueden jugar seguros y las jóvenes pueden pasear tranquilas, porque sólo pasará la gente del barrio, jamás un extraño. Si alguien ve a un desconocido paseando por su barriada, lo más fácil es que llame a la policía y una patrulla, sí, se pase para controlar que el extraño no es nadie peligroso, y le aconseje cordialmente que pasee por zonas comerciales o calles públicas, y no por urbanizaciones que, aunque no estén valladas, se consideran zonas residenciales privadas. En una palabra: tus vecinos te conocen. Y no sólo saben tu nombre, si no que han visto crecer a tus niños, ellos han jugado en su jardín, los de él en el tuyo, te han traído flores y ropita cuando tu mujer dio a luz, una corona cuando tu madre murió, un pastel de vez en cuando... son una comunidad mucho más cercana de a lo que nosotros estamos acostumbrados. Sabiendo esto, las decisiones que toma Frohmeyer cuando llega a sus oídos que los Krank no piensan éste año celebrar la Navidad, son comprensibles, aunque no por ello menos ridículas e hilarantes. Vic Frohmeyer considera que el no celebrar la Navidad, es poco menos que una ofensa a toda la vecindad; una casa sin decorar, sin árbol de navidad, luces de colores y el Mr. Frosty en el techo o el jardín (Mr. Frosty es el típico muñeco de nieve coronado de sombrero de copa, una zanahoria por nariz y bufanda de colores. En EE. UU. se hacen de plástico translúcido o cerámica, y se iluminan para que resplandezcan en la oscuridad), es algo que desentona terriblemente en medio de las demás... sobre todo la suya, que siempre es la ganadora al premio a la mejor decoración navideña, ¿acaso los Kranks piensan dejarle ganar? Su orgullo no puede permitirlo.

Una navidad de locos está basada en el libro A Christmas with the Kranks, título que también utilizó la película en su versión original, y el guión fue retocado por Chris Columbus, el artífice de la también navideña Sólo en casa, lo que ya os da una idea del tono general de la cinta. Es cierto que es la típica-tópica película navideña, llena de buenos sentimientos, batacazos, y argumento totalmente predecible, pero si pretendes pasar un rato entretenido sin más pretensiones que bajar el roscón de reyes y el chocolate, es una opción fenomenal. Cinefiliabilidad 2, lo que significa que se ve sola, salvo si no te gusta la Navidad.




"¡Feliz Navidad, gusano miserable... y próspero año nuevo!" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.