Es posible que seas uno de los miles y miles de espectadores que se quedó patidifuso ante el reciente despropósito protagonizado por el quinto episodio de un Dragon Ball Super prácticamente irreconocible en cuanto a la calidad y diseño de personajes: parecían más propios de una parodia cutre que de una señora producción de Toei que para más inri, llevaba tiempo siendo anunciada con bombo y platillo. Y es que aunque los seguidores de la animación seamos conscientes de que no siempre la calidad de un producto es consistente a lo largo de todos sus episodios y generalmente estemos dispuestos a pasar por alto algunas que otras imperfecciones, podemos afirmar sin duda que lo del pasado 9 de agosto ha sido un evento sin precedentes. Sin embargo, tras una observación más profunda del actual estado del mundo del anime es posible no sorprenderse tanto y en cambio, sorprenderse de que tales episodios no se repitan con mayor frecuencia.

Todo fan del anime lo ha pensado alguna vez. Quien más, quien menos, en algún momento todos hemos garabateado dibujos similares (o directamente copiado) a los que veíamos en pantalla mientras soñábamos con formar parte de una mastodóntica industria responsable de la mayor exportación cultural que nunca ha visto la sociedad japonesa. El Olimpo de millones de jóvenes ilustradores, tanto japoneses como extranjeros. ¿Puede haber algo mejor que poder vivir de crear animaciones como aquellas que nos acompañaron al crecer y ser los artífices de esos personajes que amamos, odiamos y con los que de alguna forma nos identificamos?

La triste realidad es que dicha fábrica de sueños está sustentada por condiciones de explotación que rayan en la semi-esclavitud. De acuerdo al sindicato Japan Animation Creators Association (JAniCA), en un estudio publicado en abril de este año, los animadores que empiezan a trabajar en esta industria (una de las más importantes del país) deben aguantar jornadas diarias de 11 horas en promedio (en algunos casos llegan a las 16) sin apenas descanso semanal a cambio de un mísero salario que ronda los 1,1 millones de yenes anuales, algo menos de 8 mil euros anuales al cambio. Los rangos salariales mejoran conforme aumenta la importancia del puesto pero las maratonianas jornadas siguen siendo el común denominador. Es el segundo estudio de este tipo llevado a cabo por JAniCA. El primero fue publicado en 2009 con resultados prácticamente iguales que indican que no ha habido ninguna mejora desde entonces.

De momento no hay indicios de que la situación cambie a corto o medio plazo pero ya son varias las figuras destacadas del mundillo que llevan tiempo reclamando que la situación es insostenible.
Hideaki Anno, conocido especialmente por Evangelion, ha comentado en más de una ocasión que el actual sistema de producción llevará al anime a su propia decadencia y hará que Japón deje ser el país de referencia de la animación, en una probable referencia al hecho de que cada vez es más habitual externalizar a otros países asiáticos partes del proceso de animación para reducir costes, como India o Taiwan. A este último señalaba Anno como posible relevo dentro de cinco o veinte años.

Thomas Romain, animador francés y conocido por ser uno de los escasísimos extranjeros dedicados al oficio en Japón explicaba en twitter hace unos días las actuales circunstancias que rodean a la industria del anime japonés, a raíz del escándalo de Dragon Ball Super. Lejos de ser un caso aislado, hay multitud de factores que afectan a la calidad general de las producciones. Entre otras cosas destacaba que los estudios son pequeños y prácticamente sin personal fijo, que luchan por sacar adelante proyectos con un presupuesto muy limitado. Los salarios no son fijos sino que dependen del número de fotogramas dibujados, que rondan los 200 yen (1,5€) en el caso de los fotogramas intermedios. Ello implica que para poder ganar algo mínimamente decente, es necesario hacer un número elevadísimo de dibujos cada día y además trabajar en distintos proyectos a la vez, lo que a su vez fomenta que todo se vaya dejando para última hora y considere milagroso lograr emitir los episodios a tiempo, los cuales en ocasiones han sido finalizados pocas horas antes de su emisión.
Paradójicamente, las bases de la fuerte crisis del sector fueron en parte creadas por la misma persona responsable de la gran popularidad del anime hoy en dia: Osamu Tezuka, apodado cariñosamente como “El padrino” del anime. En la época de Tezuka, la animación aún era considerada como un producto infantil y la niña bonita de las producciones de televisión eran las telenovelas. Por lo tanto el presupuesto para una serie animada era muy reducido. A fin de sacar adelante su proyecto, Tezuka tiró de sueldos ridículamente bajos para los animadores, dinero de su propio bolsillo e ingresos de artículos de merchandising. El espectacular éxito de su Astro Boy y posterior refuerzo de su figura como autoridad indiscutible dentro de la animación, estableció dicho método como la norma a seguir. El problema: 50 años después se sigue trabajando de una forma similar y las tarifas apenas han cambiado. Sólo Miyazaki y compañía se atrevieron a desafiar dicho modelo, fundando un estudio donde los animadores eran empleados fijos y con una remuneración digna y todos sabemos cómo acabó la historia. Al menos, de momento.

El americano Henry Thurlow en una sesión abierta de preguntas en Reddit, conocidas popularmente como ‘AMA’ (Ask Me Anything o Pregúntame lo que sea en inglés) confirmó muchas de las deprimentes cifras, llegando a admitir que en un momento dado sólo ganaba 300 US$ al mes y necesitaba dar clases de inglés para complementar su salario.

Por ello sorprende la saturación de productos animados que hay actualmente en el mercado nipón. Si atendemos a la información de títulos estrenados cada año del portal Anime News Network, podemos ver el incremento del número de series durante los últimos 20 años y la tendencia al alza durante los últimos 10, donde casi nos vamos acercando a los 300 títulos anuales:

Si no fuera por lo anteriormente descrito, se podría creer que dicho crecimiento es síntoma del aumento de la demanda y del fortalecimiento de una industria con salud de hierro. A la vista de las circunstancias parece más un gigante con pies de barro cuyo desplome es una cuestión de tiempo.

O no.
Sachiko Kanimura, diseñadora de personajes y bloguera, argumenta que hace 30 años todavía era posible vivir dignamente con dichas tarifas debido a que el estilo de animación de entonces, más sencillo, permitía trabajar más rápidamente y crear un número suficiente de planos. Hoy en día, con estilos más detallados que incrementan el tiempo requerido por cada dibujo, es imposible.

Sorprendentemente, si volvemos a lo publicado por la encuesta de JAniCA, la mayor parte de los encuestados (un 60%) está dispuesto a seguir trabajando a pesar de sentirse explotado, expresando que a pesar de todo es divertido. El propio Thurlow admitió en otra entrevista que a pesar de haber dado con sus huesos en el hospital más de una vez por fatiga extrema, su amor por la animación hacía que valiera la pena. Es una posición compartida por otro animador americano, David Roy, quien en un artículo de 2011 ya reconocía que las exigencias extremas y el bajo salario de la industria hacía que sólo atrajese a los fanáticos más empedernidos, que a su vez principalmente producían material dirigido a otros fans empedernidos, sin tanto interés en la ambición de llegar a audiencias más generales. Tenemos entonces a una fuerza de trabajo que está dispuesta a tolerar unas durísimas condiciones de trabajo ya que la alternativa es no trabajar en su amada profesión.

En opinión del maestro Miyazaki, eso también es parte del problema: la industria está llena de otaku, en el sentido peyorativo del término. Antes del cierre de Studio Ghibli (temporal), dedicó frases bastante duras en una entrevista televisiva en las que lamentaba que el mundo de la animación japonesa estuviera repleta de personas aisladas que prefieren los dibujos antes que las personas de carne y hueso. “Si no dedicas tiempo a observar a la gente, no puedes hacer esto porque nunca lo has visto (...) Casi toda la animación japonesa se produce sin apenas basarse en la observación de gente real (...) Está producida por humanos que no pueden soportar el mirar a otros humanos”. Es posible que el ombliguismo denunciado por Miyazaki sea un factor en el inmovilismo existente a pesar del caos el el que está sumida la industria. Queda por ver por cuánto tiempo la inercia puede seguir manteniendo el statu quo actual.

Bibliografía:
- http://www.janica.jp/survey/survey2015Report.pdf
- https://twitter.com/Thomasintokyo/status/630561608058585088
- https://es.wikipedia.org/wiki/Tweening
- https://www.reddit.com/r/IAmA/comments/2qprjj/i_am_an_animator_from_ny_who_moved_to_japan_and/
- http://yaneurablog.blogspot.jp/2015/03/100020.html
- http://www.buzzfeed.com/danmeth/this-american-is-one-of-the-only-non-japanese-working-in-ani#.mojoaPEwV
- http://www.otakuusamagazine.com/Anime/News1/An-American-Animator-in-Tokyo-4326.aspx