-Mmmmh... - un gemido se escapa de mi garganta mientras ZombiD me estrecha contra Ć©l y nos besamos apasionadamente. Con los ojos cerrados, mi cerebro es una fantasĆ­a de labios hĆŗmedos, suavidad, caricias y aroma a tierra hĆŗmeda en medio de un abrazo interminable... 

-¡He dicho que TIEMPO, suĆ©ltala ya! - estĆ” bien, casi interminable. Freddy nos retĆ³ a ver si podĆ­amos estar  un minuto besĆ”ndonos sin que se escapara el humo de la cachimba, y hemos ganado. D me suelta con suavidad, y el humo verdeazulado sale de la boca de ambos, en medio de una mirada de complicidad, travesura y ojos enrojecidos. - ¡QuĆ© par de viciosos!

-Dijo la zorra a las uvas, ¡y como si Ć©l no matara besando! - contesta ZombiD y apaƱa Ć©l el tubo de la cachimba, aspira con fuerza y el humo sale en color rosa y granate, mientras a todos nos da la risa floja. Entre la fumada y el beso, yo me he quedado desmadejada y con una sonrisa tonta; siempre que fumo me acuerdo de una pelĆ­cula y de una secuencia en concreto en la que la protagonista pregunta a una concubina quĆ© es la bebida que le ofrece, y ella le contesta que "no tiene nombre, pero que muchos valientes soldados han muerto para traerlo de la Galaxia del Placer. No hace olvidar, pero sĆ­ que no te importen los recuerdos". QuĆ© querĆ©is que os diga, a mĆ­ me encanta como reclamo publicitario. De esa pelĆ­cula precisamente vamos a hablar. Hoy, en Cine Freak Salvaje, Flash Gordon.



Del "Diticcionario"; Librofilia: relaciĆ³n amorosa sin contenido sexual, de un ser humano con una historia narrada, de modo que cuando Ć©sta es llevada al cine el resultado se califica de "infidelidad y traiciĆ³n". Desde que se produjo la primera adaptaciĆ³n al cine de cualquier historia que existiese en otro formato anterior, llĆ”mese novela, obra de teatro, leyenda urbana o cĆ³mic, siempre han surgido los detractores a quejarse amargamente de la falta de fidelidad de la citada adaptaciĆ³n. Cada vez que se adapta un cĆ³mic, un videojuego, o un manga al cine, surgen implacables las voces de la disconformidad y aĆŗn de la ira, que claman por las excesivas diferencias entre la historia original y la adaptada, atribuyendo a este hecho los posibles batacazos en taquilla. Ejemplos de esto, los hay a miles en la historia del Cine, pero el que hoy les vamos a contar, merece la pena tratarlo por ser exactamente lo contrario: una pelĆ­cula que era tan fiel al cĆ³mic, que fracasĆ³ precisamente por ello. 

¿Alguna vez habĆ©is mirado una fila de hormigas y se os ha ocurrido la brillante idea de derramar refresco sobre ellas,  pisotearlas o quemarlas con una lupa? Mentirosos. Bien, ahora imaginad que nosotros fuĆ©semos las hormigas. Para el terrible Emperador Ming, soberano del Universo y emperador de la Galaxia, somos eso: hormigas. Y decide divertirse un poco con nosotros enviĆ”ndonos algunas catĆ”strofes naturales. En medio de una tormenta de granizo ardiente (no le busquĆ©is lĆ³gica; es hielo, pero arde y listos. Esta, es sĆ³lo la primera de muchas) se ve sorprendido Flash Gordon, jugador de rugby en vacaciones, que ha de coger un aviĆ³n junto a la agente de viajes Dale Arden. En medio del vuelo, se produce una violenta turbulencia que hace que el propio Flash tenga que coger los mandos e intentar un aterrizaje de emergencia en medio del invernadero de un cientĆ­fico, el dr. Hans Zarkov, quien ha descubierto que ese tipo de fenĆ³menos atmosfĆ©ricos no son normales, sino que hay tras ellos una fuerza hostil extraƱa a la Tierra y tiene preparado un cohete para el contraataque. 

Era la dĆ©cada de los Terribles AƱos Treinta, y los villanos megalĆ³manos triunfaban - para nuestra
desgracia - tanto dentro como fuera de la fantasĆ­a. Los cĆ³mics empezaban a hacerse un gĆ©nero notable en sĆ­ mismos y a hacer las delicias de niƱos y no tan niƱos. Concretamente Buck Rogers el aventurero, era el mĆ”s famoso de los personajes de papel, y el dibujante Alex Raymond recibiĆ³ el encargo, por parte de la King Feature Sindycate, de crear un personaje que le hiciera la competencia a Rogers. Raymond fue conocido durante dĆ©cadas por la belleza de su trazo; imitado por muchos, las historietas de Flash Gordon se convirtieron muy pronto en la cita obligada de la revista dominical. Su guiĆ³n parte de la misma historia que hemos visto en la pelĆ­cula, si bien en la cinta nos dieron un pretexto bastante mĆ”s consistente para la apariciĆ³n de los tres protagonistas en Mongo, el planeta del Emperador Ming (en el cĆ³mic, Zarkov pretende lanzar el cohete para desviar el meteorito que Ming quiere hacer chocar contra la Tierra; sin mĆ”s explicaciĆ³n, el dr., Flash y Dale estĆ”n en Mongo. Listos.). 

Siguiendo una estĆ©tica pulp, mezclando ciencia-ficciĆ³n y fantasĆ­a, las historietas de Flash Gordon se hicieron famosas a ambos lados del ocĆ©ano; durante la Segunda Guerra Mundial, Ming tomĆ³ prestados muchos ademanes y aĆŗn estĆ©tica nazi. En la dĆ©cada de los sesenta, cuando los viajes espaciales se convirtieron en realidad, el cĆ³mic viviĆ³ un resurgimiento. Flash Gordon habĆ­a sido llevado a la pequeƱa pantalla en forma de serie animada, de teleserie de varias temporadas... cuando, a finales de los setenta, en plena borrachera de La guerra de las galaxias, surgiĆ³ el rumor de la adaptaciĆ³n, los fans lo recibieron con los brazos abiertos, ansiosos de ver algo similar a la pelĆ­cula de Lucas. La cinta Flash Gordon duplicaba el presupuesto que habĆ­a tenido La guerra de las galaxias, iba a contar con estrellas internacionales, desde Timothy Dalton (que a finales de la dĆ©cada de los ochenta se meterĆ­a en el smoking de James Bond... y la parte buena de que al citado agente secreto, en cierta ocasiĆ³n lo encarnase un modelo que ademĆ”s de no saber actuar ni para hacer de extra, tuviese el mismo carisma que una ameba constipada, es que sabes que por mal que lo hagas, SIEMPRE estarĆ” Ć©l para cargar con el sambenito de "el que peor hizo de Bond") a Max Von Sydow, pasando por Ornella Muti. La cinta iba a contar asimismo con Queen para la banda sonora, y hasta se barajĆ³ el nombre de Federico Fellini para la direcciĆ³n (finalmente, el director italiano rehusĆ³ el trabajo y la dirigiĆ³ Mike Hodges, conocido por dirigir La profecĆ­a 2, La maldiciĆ³n de Damien). En una palabra: la pelĆ­cula lo tenĆ­a todo para triunfar. 

Por desgracia o por suerte (nunca se sabe...), el tenerlo todo para triunfar, no implica forzosamente
hacerlo, y Flash Gordon no lo hizo. PorquĆ©. Por que a veces, lo que queda muy bien en papel, resulta que no funciona para llevarlo a la pantalla. La estĆ©tica steampunk, el argumento y los diĆ”logos pulp atufaban a rancio a la milla, cosa que se permitĆ­a en el cĆ³mic porque ese era precisamente su elemento, pero que en el cine, al pasarlo a imagen real, quedaba artificioso, ridĆ­culo... poco creĆ­ble. Los efectos especiales, pese al enorme presupuesto que llevaban detrĆ”s, no cuajaban ni quedaban realistas. Al contrario de lo que sucede con La guerra de la galaxias, que vista hoy dĆ­a sigue gozando de unos efectos especiales trabajados, en Flash Gordon los tiros de lĆ”ser, explosiones y caĆ­das ya chirriaban cuando yo la vi en 1987, es decir, sĆ³lo siete aƱos despuĆ©s de su estreno. Las cifras hablaron por sĆ­ mismas: Flash Gordon se comiĆ³ un presupuesto de 35 millones de dĆ³lares (una burrada para la Ć©poca), y recaudĆ³ apenas 27. Tanto es asĆ­ que la secuela, que se nos promete en el final abierto de la cinta (Ć©sta concluye con un "The end?"), se fue al traste debido a la pobreza de resultados.

No obstante, pese al batacazo en taquilla y a provocar mĆ”s risa que emociĆ³n, estuvo nominada a varios premios Saturn (entre ellos al mejor vestuario, y al mejor actor de reparto para Max Von Sydow como Ming. Desgraciadamente, no ganĆ³ ninguno), y el tiempo la ha colocado dentro del cine de culto. Somos muchos los adoradores de esta cinta de aventuras (entre ellos, Seth McFarlane, el guionista de Padre de familia, como quedĆ³ patente en la cinta Ted) que, aunque no goce del mejor apartado tĆ©cnico, aunque tenga un hĆ©roe de inteligencia justita y una protagonista llorona y bastante pava, aunque tenga diĆ”logos artificiosos y rebuscados, a pesar de todo eso... sigue siendo una cinta de aventuras y como tal, su misiĆ³n es entretener, y eso lo consigue de sobra. En ello es destacable el papel de los actores, en especial el impecable trabajo de Sydow como el malvadĆ©rrimo Ming.

Flash Gordon es una cinta divertida, pero en la que los personajes crecen a pesar de partir de un arquetipo, y son originales para la Ć©poca en que fueron concebidos. AsĆ­, la princesa Aura (encarnada por la bellĆ­sima Ornella Muti; hubiera podido ser una nueva SofĆ­a Loren de haber contado con papeles mĆ”s relevantes), hija de Ming, ofrece un fuerte contraste con la terrĆ”quea Dale Arden. Mientras que la segunda es algo sosa, tĆ­mida y obedece mĆ”s al tipo de "doncella en apuros", Aura por su parte mete en apuros a los demĆ”s. Pese a estar prometida con el prĆ­ncipe Barin, mantiene varios amantes, tantos como precisa para lograr en todo momento lo que desea; es embustera, astuta, infiel, consciente de que su belleza y encanto son sus armas, y no duda en usarlas. Pero a pesar de que empieza la cinta como una "femme fatale", a lo largo de la proyecciĆ³n irĆ” creciendo, al darse cuenta de que su vida de placer y privilegio es posible sĆ³lo gracias a la tolerancia de su padre, quien en cualquier momento se la puede arrebatar. Asimismo, otros personajes como el dr. Zarkov, o el carismĆ”tico prĆ­ncipe Bultan de los Hombres HalcĆ³n tendrĆ”n su particular protagonismo y su crecimiento gracias a los acontecimientos narrados. La pelĆ­cula nos muestra unos personajes que se resisten al idealismo de Flash, pero que lentamente se dejan llevar por Ć©l y descubren una fuerza que no sospechaban poseer... si bien alguno en concreto, se jacta de no cambiar. Y a mi juicio, no lo necesita para nada, ¿verdad que no, Hans?

Flash Gordon es una pelĆ­cula concebida para tener a los niƱos pegados a la pantalla. Sus imĆ”genes barrocas, la corte de Ming llena de concubinas, prĆ­ncipes de los diversos reinos y la tecnologĆ­a de los mismos, hablan a los sentidos a la vez que a la imaginaciĆ³n, haciendo que durante la cinta, nos sintamos inmersos en su mundo. Hay quien dice que las chapuzas tĆ©cnicas le impiden centrarse en el argumento, pero yo digo que hemos de recordar que esas "chapuzas", estĆ”n hechas a propĆ³sito, con el firme deseo de ser fieles al cĆ³mic, a la estĆ©tica del mismo, a su esencia... es preciso dejarse llevar por ellas y disfrutar de su ingenuidad; allĆ­ reside su encanto. Cinefiliabilidad 4, lo que significa que es fĆ”cil de ver siempre y cuando sepas que vas a ver algo que puede parecerte cutre en ciertos momentos, pero entretenido pese a todo. 

Molo mĆ”s que Bacterio, Emmet Brown y hasta que Herbert West... ¡y lo sabes!



"ZVBXRPL... tenƭa el mismo caballo cuando me graduaron la vista". Si no coges Ʃsta frase, tienes que ver mƔs cine.