—Un poco mĆ”s a la derecha... No, eso es la ropa de verano. A ver a la izquierda... AllĆ­ sĆ­ hay revistas, acĆ©rcate un poco, a ver... ¿revistas de labores y punto de cruz? ¿QuiĆ©n lee en este castillo ese tipo de revistas?

     —Bueno, se las pedĆ­ prestadas a mi madre para ver si hacĆ­a alguna funda de cojĆ­n, y luego no recordĆ© dĆ³nde las habĆ­a puesto... ¡bueno es saber que estĆ”n ahĆ­! - digo, y sigo moviendo la antena extensible a la que hemos atado el ojo de ZombiD, para buscar las viejas revistas de Dossier Negro. AsĆ­, podemos atisbar por encima de los armarios sin necesidad de hacer el cabra subiĆ©ndonos a la escalera. MĆ”s prĆ”ctico, sĆ­ que es. 

     —Por ahĆ­ hay bolsas de cadĆ”veres... Laura Palmer, Jimmy Hoffa... Nada, sigue adelante, a ver. El cubo de Lemarchand, un nido de araƱas... ¡oh, quĆ© monas! ¡Han eclosionado los huevos y se estĆ”n comiendo el cuerpo de su madre, quĆ© dulzura...! ¡Eh, allĆ­, mĆ”s adelante, allĆ­ hay revistas! - dice, y corro con la antena hacia donde Ć©l seƱala. La alzo para que puedas ver la portada. SonrĆ­e. 

       —¿Son? - pregunto. Mi novio sonrĆ­e mĆ”s. - ¡Eh! ¿Son o no son?

    —No. No son, pero da igual, podrĆ­amos bajarlas tambiĆ©n - dice con una gran sonrisa-. Son nĆŗmeros de una revista llamada "Gatitas Juguetonas"...

     —¡SerĆ”s guarro! - me rĆ­o - ¿...QuĆ© hay en la portada, top-less, desnudo o sĆ³lo lencerĆ­a? - D me mira con sorpresa y enseguida se rĆ­e y murmura algo como "por eso te quiero", y... bueno el caso es que ver las cosas a travĆ©s de los ojos de otro, a veces puede ser Ćŗtil para contar historias. Y en el caso que nos ocupa, es imprescindible para seguir la acciĆ³n. Hoy, en Cine Freak Salvaje, Los ojos del gato. 




     Stephen King es un escritor con el que tengo una relaciĆ³n de amor-odio. Odio, porque a veces le he pescado en renuncios, en plagios que Ć©l llamĆ³ "homenajes", o porque me hizo perder tiempo con historias aburridĆ­simas, que me dieron ganas de coger un aviĆ³n para Maine sĆ³lo para pegarle una colleja. Amor, porque otras veces me ha tenido pĆ”ginas y mĆ”s pĆ”ginas pendiente de su boquita y ha escrito cosas que me han hecho reĆ­r, llorar y lo mĆ”s importante: cagarme de miedo. Si bien mantengo que se trata de un hombre que peca de lo mucho que le gusta leerse (quiero decir que a sus obras, con frecuencia, les sobran pĆ”ginas), cuando escribe cuentos o relatos cortos, suele hacerlo muy en la justa medida. Se nota que se trata de un gĆ©nero en el que siente muy a gusto y va mĆ”s al grano. La cinta que nos ocupa, estĆ” basada en dos relatos suyos ya publicados anteriormente y uno escrito ex profeso para la pelĆ­cula. 

     Nos encontramos en un dulce pueblecito y seguimos a un gato callejero que camina por la calle sin meterse con nadie. Pero entonces, un horrible y enorme perro San Bernardo (¡no, hombre, no, quĆ© va a ser Cujo! ¡Es mera casualidad!) se fija en Ć©l y le persigue. El gatito sale disparado y, en su huida, se cuela en un camiĆ³n que le lleva a Nueva York. AllĆ­, frente a una tienda de ropa, el maniquĆ­ de una niƱa le hablarĆ” y pedirĆ” ayuda, pero antes de que pueda proseguir su viaje, alguien le llevarĆ” a una consulta donde se desarrolla la primera historia, Basta S.A. En ella, James Woods es un fumador empedernido que estĆ” dispuesto a todo con tal de dejar el nefasto vicio, y la empresa que da nombre a la historia asegura poder hacer que lo logre. Por que si no lo logra, serĆ” su familia quien sufra las consecuencias. Cuando nuestro minino escape de allĆ­, siempre en busca de la niƱa que le llama, robarĆ” el corazĆ³n de un millonario amante de las apuestas y muy tramposo en La cornisa. En esta historia, la mujer del millonario estĆ” a punto de fugarse con su amante, un profesor de tenis, pero Ć©ste es capturado por los sicarios del apostador, quien le sugiere un juego. El millonario ha colocado en el coche del profesor una importante cantidad de heroĆ­na, y le ofrece dos opciones: o acepta ser detenido y pasar el resto de sus dĆ­as en la cĆ”rcel, o acepta dar una vuelta completa al edificio, sobre la cornisa de quince centĆ­metros. Si se cae, pierde, pero si logra circundar el bloque, el millonario retirarĆ” la heroĆ­na, le permite quedarse con su mujer y hasta le ofrece dinero. 


    Finalmente, el gato llegarĆ” a su destino en la casa de la niƱa, que se trata nada menos que de Drew Barrymore. La pequeƱa sufre pesadillas y asegura que hay un fantasma que vive en su pared. De inmediato, ella y el gato hacen buenas migas y Ć©ste, llamado ahora General, intentarĆ” protegerla del ente maligno que, en efecto, la acosa durante la noche. 

     Nos encontramos ante una pelĆ­cula del tipo "historia de historias", en la que un hilo conductor (en este caso el gato General), nos conduce a travĆ©s de varias narraciones independientes una de otra. Se trata de un esquema que ya hemos visto en cintas mĆ”s actuales como la celebrada Cuatro Habitaciones, en la que el botones encarnado por Tim Roth era el hilo que servĆ­a para conectar las historias. AquĆ­ no estamos frente a una cinta tan redonda como la citada, pero sĆ­ es meritoria y digna de los ochenta, Ć©poca en la que se rodĆ³. Se trata de una pelĆ­cula que mezcla de forma muy acertada el terror con la comedia. AsĆ­, en la primera historia, sabemos que si el protagonista persiste en su vicio, su mujer y su hija serĆ”n sometidas a electroshoks, y hasta serĆ”n violadas o asesinadas si no lo abandona. Durante algĆŗn tiempo, no sabemos si realmente se atreverĆ”n a ello o no, y pasamos la tortura de la abstinencia y la incertidumbre junto al protagonista. Ɖste, de forma cĆ³mica, no deja de preguntarse si es cierto que le vigilan y entran en su casa, mientras todo el mundo fuma tranquilamente a su alrededor. 


 La segunda historia, y a mi juicio la mejor de la cinta, nos presenta un esquema ya tratado en la mĆ­tica Creepshow: el millonario que se entera de que su mujer le engaƱa con un hombre mĆ”s joven y guapo y decide tomarse la justicia por su mano. No obstante, a diferencia de lo que hiciese Leslie Nielsen a Ted Danson en la mencionada pelĆ­cula, aquĆ­ el millonario no estĆ” dispuesto a mancharse las manos con un crimen, sino que pretende que sea el propio Robert Hays quien se mate, al proponerle una apuesta de bajĆ­simas probabilidades en la que ademĆ”s -desde el principio le informa que es muy mal perdedor- harĆ” todas las trampas posibles. No obstante, al igual que Danson, Hays no se deja vencer asĆ­ como asĆ­, y esta historia nos ofrecerĆ” una buena cantidad de tensiĆ³n en la que serĆ” imposible no tenerle todas las simpatĆ­as al desdichado profesor de tenis. 

   Finalmente, la tercera historia -la Ćŗnica que no habĆ­a sido ya escrita por King, sino que se creĆ³ para
la pelĆ­cula, y quizĆ” por eso es a mi parecer la mĆ”s floja- nos hace ver los terrores nocturnos a los que tan propensos son los niƱos inteligentes y cĆ³mo sus padres, sin quererlo, se convierten en los peores enemigos de estos. Al pretender echar de casa "al gato callejero" y quitar hierro a las pesadillas de su hija, la estĆ”n condenando a su verdadero y verdoso verdugo (esto, queridos niƱos, se llama "aliteraciĆ³n", ¡mĆ”s difĆ­cil todavĆ­a!). AquĆ­ el guiĆ³n nos presenta a la madre super higiĆ©nica y autoritaria como alguien frĆ­o y carente de simpatĆ­a, que estĆ” convencida de saber quĆ© es lo mejor para su hija y actuar en consecuencia sin importarle nada ni pedir a ella misma su opiniĆ³n. En el cine de terror y fantĆ”stico, es clĆ”sico encontrar a madres asĆ­, que tiran los cuentos de sus hijos (El Greibble), que las encierran en casa (Pesadilla en Elm Street), que les dan somnĆ­feros para que duerman (Pesadilla en Elm Street IV), o que toman sus advertencias y temores por simples "cosas de niƱos" (AquĆ©lla casa junto al cementerio). En todos los casos, el mensaje es claro: la sobreprotecciĆ³n, el exceso del pensamiento "no sabes lo que te conviene porque sĆ³lo eres un niƱo",  no es bueno. 

   Los ojos del gato fue estrenada en cines sĆ³lo en los Estados Unidos; su presupuesto fue de siete millones de dĆ³lares y recaudĆ³ casi el doble. En EspaƱa saliĆ³ a vĆ­deo domĆ©stico y desde 2004 es posible conseguirla en dvd. Es una pelĆ­cula Ć”gil y entretenida que nos harĆ” pasar un muy buen rato con historias de intriga y terror mĆ”s que aceptables, pero de intensidad moderada y con buenos toques de humor. A partir de doce o trece aƱos, es apta y no hay problema en verla con la familia dado que, aunque haya golpes de efecto y sobresaltos, no hay casquerĆ­a. Cinefiliabilidad 5, lo que significa que es fĆ”cil de ver y entretenida, pero la Ćŗltima historia quizĆ” se haga un poco lenta. A ver si encontrĆ”is todos los guiƱos a Stephen King, porque el cameo de Cujo sĆ³lo fue uno de ellos. 

"Trabajando para Stephen King, tu carrera no despega, pero al menos, flota". 

"Pues... como no le pongamos uno de los discos de Urquiza..." Si no coges esta frase, tienes que ver mƔs cine.