Son muchos los proyectos que están viendo la luz por el método crowfunding, es decir, gracias al mecenazgo. 

Sin embargo, no es el único método, cómics como Private Eye de Brian K. Vaughan y Marcos Martín, funcionan con el pago que uno cree conveniente; las aportaciones son voluntarias y no hay precio mínimo. Es un sistema que a priori, parece que no vaya a funcionar, pero los números hablan y la gente aporta tirando hacia arriba, valorando el trabajo de los dos artistas, que podéis seguir aquí.

Lo primero, es patearse editoriales, echar portofolios como descosidos y asistir a todos los eventos comiqueros que se precien para darnos a conocer.

Luego está el plan B: colgar un webcómic y que sea un bombazo, como Ugnis, de Kaoru Okino, que saldrá en papel a finales de octubre.

Webs como Subcultura, Smackjeeves, MangaMagazine, están plagados de cómics, que aunque no todos esperen edición (hay quien lo hace por amor al arte, palabrita del niño Jesús), la inmensa mayoría esperan ser descubiertos.

Pasa el tiempo, y no vemos movimiento de publicación.

La opción Crowfunding, gana cada vez más adeptos; los fans aportan un mínimo (suele ser 3/5 euros, 10 en algunos casos) y al saltarse intermediarios, el precio de edición y salida, se reduce considerablemente.

Esta opción, cada vez más aceptada, permite mediante pequeños mecenazgos y con recompensas (que van desde puntos de libro, hasta pósters) financiarse la obra y producción; Home de Raúl Arnáiz y Oscar Herrero, que la editorial Soleil publicaba y dejó de hacerlo.

Este método de recaudación, no es solo aplicable al cómic, pues libros, cortometrajes, están ampliando fronteras saltándose todos los pasos que van desde la idea a la publicación.

¿Lecturas en contra?

Se han oído campanas de que estando en crisis, mediante estos mecenazgos, se pierden puestos de trabajo: los Cool Hunters (cazadores de tendencias), los mediadores...

No voy a abrir un debate sobre ello, pues se le saca punta a cualquier lápiz hoy en día y no es de política de lo que tratamos.

Y vamos a llegar al final esperado por la mayoría de artistas: las editoriales.


Ya no vamos a hablar de las grandes y conocidas y por ende menos cercanas, sino de las emergentes.

Tras la fallida OrangON en la que los autores españoles pusieron sus esperanzas, Neogragon, Milky Ways o Yermo Ediciones, han recogido el testigo, pero sin tener nada que ver, con seriedad y profesionalidad.

Ahora es cuando hay que mostrar la profesionalidad de cada uno. Un portofolio que avale nuestro trabajo, ganas de llamar de puerta en puerta, saber que conseguir un sí a la primera es harto difícil (pero hay que continuar) y sobre todo ilusión y compromiso.

Las editoriales, a pesar de la lacra que supone ser español (ya sabemos que ninguno es profeta en su tierra), se van dando cuenta de que el talento no hay que buscarlo fuera, de lo mejor que hay en el mundo comiquil, tiene sus raíces en el suelo patrio, así que las nuevas editoriales, quizás también apuesten por los foráneos, pero terminan cogiendo a autores de aquí también.

Vosotros escogéis: autofinanciación o editorial, aunque el primero parezca más fácil, hay que contar con el apoyo de mucha gente y no está el horno para bollos.

La ilusión debe ser lo último que perdáis.