-...Y ENTONCES, NO OS LO VAIS A CREER, DIJO "NO, NO, UNA SOLA PARTIDA NO, TIENES QUE GANAR DOS DE TRES".

     -¡Qué carota! - digo, sirviendo más té de navidad (té verde, higos secos, cáscara de naranja, canela, dátiles y cianuro para el sabor a almendras) - ¡Qué mal perder!

     -¿Y qué hiciste? - pregunta el Espíritu de ésta Navidad, mientras se echa un chorrito de licor en su té y ofrece a los demás. Todos aceptamos.

     -BUENO, NO PODÍA DEJAR DE JUGAR, ES UNA TRADICIÓN... ASÍ QUE LE PROPUSE JUGAR A MI JUEGO... - Sonríe. Siempre está sonriendo, no puede evitarlo. Es lo que sucede cuando careces de piel y labios, pero quiero decir que "sonríe", que se le nota que lo hace.

    -¿Tu juego...? - pregunta el Espíritu de las Navidades Pasadas, tomando una pastita y comiéndola con toda la finura de la abuelita. 

   -EL PILLA-PILLA. 

   A pesar de que un escalofrío me recorre la espalda, no puedo evitar reír yo también. No tengo muchas ocasiones de hablar con los espíritus navideños, por eso cuando vienen me gusta celebrarlo, y su presencia aquí motiva la película de hoy de nuestro Cine que sólo se ve en Navidad: Muchas gracias, sr. Scrooge.


 
Basada en el extraordinario cuento de Charles Dickens “A Christmas Carol”, Muchas gracias sr. Scrooge nos relata la Nochebuena en la que vida del viejo avaro Ebaneezar Scrooge va a cambiar radicalmente y para siempre.
 
     La víspera de Navidad, Scrooge, un avaro mezquino y malencarado, grosero con todos y cicatero en grado sumo, tiene aún peor humor que de costumbre, puesto que no entiende ni comparte la felicidad que embarga a todos en la citada fiesta, desde los chiquillos que piden el aguinaldo, hasta su sobrino, que tiene en un muy pobre concepto, pasando por su humilde empleado Bob Cratchitt, que mantiene esposa y cinco hijos con el flaco sueldo que le paga, pero eso no le impide sentirse feliz en Navidad y celebrarla riendo con sus hijos, entre los que se cuenta el pequeño Tiny Tim, cojo, débil de cuerpo y aquejado de una grave enfermedad.
  
    Scrooge admite odiar a la humanidad entera, se considera el único ser humano realmente bueno y
decente; mientras que los demás se entregan al placer y la molicie, él trabaja sin descanso… en su oficio de prestamista usurero. Piensa que todo el mundo quiere la Navidad sólo para malgastar dinero, emborracharse, armar jaleo y librar y gastar a costa de los patronos, como él. Su sentido del ahorro le lleva a ser estúpidamente mezquino y tener el dinero sólo para coleccionarlo. Su casa es una mansión enorme, pero llena de polvo y telarañas; come mal, no viste decentemente, sus ropas de cama y cortinajes presentan enormes agujeros y suciedad…. Y vive entera y miserablemente solo. Todos sus semejantes le tienen miedo y odio, pues es incapaz de una palabra amable o simplemente un saludo cordial, sólo vive para ganar más y más dinero, dinero que ni siquiera utiliza. Sabe que no es apreciado por las gentes, pero piensa que es por envidia y por la irresponsabilidad de las mismas, no se le ocurre achacarlo a su mal carácter ni a su avaricia desmedida; ello le pone furioso, porque en su foro interno, sabe que no es amado por nadie, lo que le lleva a odiar y despreciar a todos, incluso a la vida misma. 
 
  
    Mientras su empleado, pobre en dinero, pero riquísimo en afectos, se reúne con sus pequeños hijos y van juntos a hacer las compras de Navidad y celebrar la cena de Nochebuena, él, riquísimo en dinero, pero paupérrimo en cariño, llega solo y malhumorado a su mansión, en cuyo aldabón de la puerta, ve o cree ver la cara de su viejo socio, Jacob Marley (encarnado por un impagable Sir Alec Guinness, a quien se le nota todo el teatro que ha hecho), muerto exactamente siete años atrás, también en Nochebuena. Segundos más tarde, con gran aparato de vientos tenebrosos y sonido de arrastrar de cadenas, el propio espíritu de su ex socio se le aparecerá, y aunque en un principio Scrooge se niegue a creerlo, no le quedará más remedio que aceptar la autenticidad de su visitante, que le dará un mensaje acerca del terrorífico destino que le espera si no enmienda su actitud para con los hombres. Para ayudarle, será visitado por tres espíritus esa noche. Como es natural, Scrooge se niega, pero Marley directamente lo ignora, y el avaro recibirá efectivamente a los espíritus; el de las Navidades Pasadas, Presentes, y Futuras.
 
    En su mirada al pasado, Scrooge se verá obligado a enfrentarse a cosas que ya creía olvidadas y que han hecho de él el ser amargado y rencoroso que ahora es. El anciano se dará cuenta de sus terribles errores que han arruinado su vida y hecho de piedra su corazón, y llorará amargamente, arrepintiéndose de ellos. El espíritu de la Navidad Presente le recriminará su autocompasión y le hará darse de bruces con aquellos que ahora tiene a su alcance que necesitan su ayuda y con cuya compañía podría sentirse feliz… y asimismo, le hará darse cuenta de lo equívoco de su cruel y egoísta forma de pensar para con los humildes y los pobres. Pero será finalmente el espíritu de la Navidad Futura quien le muestre que no sólo su propio destino está en juego de ser algo espantoso… también el de los demás puede depender de él, y puede convertirse en una verdadera tragedia si no da un giro a su vida.
 
Es su novia. Sí, señores, tuvo novia. TUVO.
 
 
 
    Muchas Gracias, Sr. Scrooge es una adaptación musical, amable y desenfadada del clásico  Cuento de Navidad de Dickens, magistralmente interpretada por Albert Finney en su papel de Scrooge (tanto el viejo, como el joven que aparece en sus recuerdos son el mismo actor) y muy especialmente de Sir Alec Guinnes en su papel de Jacob Marley. Si bien se trata de un producto esencialmente familiar para fechas navideñas, es preciso elogiarle su extraordinaria ambientación del Londres de finales del siglo XIX, la maravillosa fotografía y dirección, y muy especialmente, las actuaciones, como no se podía esperar otra cosa del cine británico.
 
    La narrativa de la cámara, si bien adolece de la genial pluma del literato Dickens, nos muestra con
dolorosa claridad la forma de ser del protagonista (así como de la práctica totalidad de la Inglaterra Victoriana, donde los pobres eran tales porque eran incapaces o vagos. Durante aquélla época, los ricos y medianamente acomodados podían no dar un céntimo de sus impuestos a obras sociales y sentirse aún así perfectos, porque los pobres no eran dignos de ayuda. En su sociedad "perfecta", todo el mundo tenía las mismas oportunidades de prosperar y alcanzar una buena posición, quien no lo hacía se merecía seguir en la pobre, porque era un parásito, o era demasiado estúpido. La pobreza, lejos de ser culpa de un sistema económico corrupto y creado por y para los pudientes, pasó a ser culpa de los propios pobres, que no tenían mejor idea que nacer en barrios miserables, trabajar como asnos en lugar de estudiar... ya se sabe, el populacho siempre ha sido muy bruto), su mezquina ansia de juntar dinero sólo por tenerlo; su desprecio hacia el resto del mundo que disfruta de las cosas que el dinero no puede comprar y que se siente alegre a pesar de ser pobre, cosa que él no comprende; y su tristeza y el desgarro de su alma cuando comprende que ha dejado marchar lo que más amaba en su afán de lucro, cuando se da cuenta que debió actuar de un modo distinto, pero ya es demasiado tarde para enmendar ese error… El personaje de Scrooge es de una riqueza asombrosa: primero sólo vemos en él un tacaño miserable, huraño y gruñón. Más tarde descubrimos que es la “envidia” que no desea admitir de la felicidad que muestran los demás una de las cosas que acentúan su mal carácter, y más tarde, podemos ver toda su evolución como ser humano y qué le ha llevado exactamente a ser como es. Y asimismo, podremos ver su cambio de carácter, si bien de forma exagerada, perfectamente creíble por su evolución.

 
     El sobrino de Scrooge es un hombre joven, de carácter totalmente opuesto a su tío: es alegre y risueño, está felizmente casado y no se cansa de invitar a su tío a pasar con él la Navidad, por más que éste siempre se niegue de mala manera y aproveche para reprocharle su estupidez por ser como es… El sobrino del protagonista realmente cree que su tío no es malo, sólo que es un cascarrabias porque no tiene a nadie que le quiere. Lucha por ser él esa persona que le dé amor y sea capaz de despertar al hombre bueno que sabe que lleva dentro (lógicamente, la cinta no puede plasmarlo TODO, pero un detalle que se come, a mi juicio importante, es que una parte muy importante de la antipatía que Scrooge siente hacia su sobrino, proviene de que su madre, hermana pequeña de Scrooge y la única que lo quería incondicionalmente, murió al darlo a luz).
 
 
  
Bob Cratchitt, el empleado de Scrooge es un hombre sencillo y bueno, con escasos matices como personaje, salvo por su desmedida lealtad hacia su jefe. A pesar de tener una jornada tan larga como escaso sueldo, a pesar de la dureza con la que lo trata el protagonista, a pesar de saberse explotado e infravalorado por él, no le guarda ningún mal deseo, siempre lo trata con respeto y aún con afecto, cuando pide a su familia que le dediquen un brindis en Navidad. Cratchitt es esencialmente bueno y honesto, incapaz de enemistarse con nadie, y piensa que su jefe no le paga más porque no puede, no porque sea un tacaño, a pesar de que sepa positivamente que sí lo es. También es en cierto modo un personaje débil, que no desea pedir un salario más justo pese a saber que le corresponde, por miedo a perder su empleo y encontrarse sin nada que llene los estómagos de su familia.

 
    Las canciones que acompañan la acción, junto a los números de baile, nos narran parte de la misma y nos presentan el modo de pensar de los personajes en cuestión. Así, Scrooge canta “I hate people”, diciendo lo mucho que odia a la gente, cómo sus semejantes le parecen vagos e indolentes, detestables e irresponsables, cómo él se siente asqueado por ellos y se considera demasiado bueno y generoso por prestarles dinero. Bob Cratchitt canta “A Christmas Time” mientras compra con sus hijos pequeños, regalos, bebidas y comestibles para la fiesta y cuenta cómo la Navidad hechiza a pequeños y grandes con su magia. Finalmente, “Thank you very much”, canción que da el título español a la cinta, cuenta (cínicamente primero, sinceramente después) cómo Tom Jenkins, uno de los deudores de Scrooge y el resto de gente que le debe dinero, se sienten emocionados por el bello gesto que tiene con ellos el protagonista….
 
“¡Muchas gracias, Sr. Scrooge!” es una cinta amable y tierna, sin pretensiones, pero convertida ya en un clásico de las navidades con sus geniales actuaciones y su magnífico guión. No puede sin duda compararse a otras producciones navideñas del estilo de “¡Qué bello es vivir!”, pero desde luego, merece la pena verla, sobre todo en familia, y disfrutar de ella en compañía de nuestros seres queridos. De todas las innumerables versiones realizadas hasta la fecha (protagonizadas por Bill Murray, la rana Gustavo, con y sin sonido, en color y blanco y negro...), probablemente la más entrañable, si bien no podemos olvidar la última versión, Cuento de Navidad, rodada en animación 3D con las voces de Jim Carrey y Gary Oldman para los papeles de Scrooge y Bob Cratchitt respectivamente.