Un año más, Koukyou Zen demuestra su celo profesional y su paciencia personal al asistir a la JapanWeekend, lugar que deja de ser interesante más o menos a partir de la tercera vez, dado que toooooooodo es lo mismo, pero con alguna que otra pequeña variación, que es de lo que vamos a tratar, y así os ahorramos el viaje en Metro y la entrada, que son casi ocho euros de vellón. Hay entradas de cine más baratas. 

     En este particular, lo “nuevo” era una nostálgica exposición de Mazinger Z, uno de los primeros animes que, junto a ComandoG y Heidi, llegaron a nuestro país (y convencieron a muchas generaciones de que los “dibujos animados japoneses” eran todos infantiles y sólo había ciencia-ficción y lacrimogenia. ¿Cómo que no existe la palabra “lacrimogenia”? Bueno, pues me la invento yo, no pasa nada). En la misma, todo hay que decirlo, no muy erudita, pudimos ver al cantante del opening español, Alberto Garrido, así como las figuritas monocolor que se vendían en kioscos (sí, nietecitos míos, años ha, en los kioscos no tenían sólo revistas, sino que eran una especie de “tienda de chinos” y vendían también sobres-sorpresa, figuritas de acción que no había cristiano que las colocase de pie y solían acabar mordisqueadas por nuestro primito Rigobertín que tenía tres años y era más burro que los de arao y en lugar de merendar pan y chorizo, prefería merendar pan y figurita de plástico… y también yo-yós, peonzas, y otras chucherías-juguete), o que regalaban con el Colacao, así como los cómics de la editorial Grijalbo, en tapa dura como los Astérix, publicados en varios idiomas europeos y coloreados (casos más sangrantes que el de añadir color, se han visto en la historia editorial de éste país… la Bruguera, sin ir más lejos, compraba cómics norteamericanos en color y los RECOLOREABA. Sí. No tenían tecnología suficiente para reproducir el color original, y lo que hacían era adaptarlo a los colores de los que disponían, de modo que héroes estilo Conan en lugar de tener la piel color natural, la tenían color naranja-Cheetos, que tenías que leer el cómic con gafas de sol…).



    Desgraciadamente, como he dicho, aparte de algunas curiosidades y de las figuras de Mazinger y Afrodita para hacerse fotos, no había gran cosa como información. ¿Cuándo fue creado Mazinger? ¿Cuándo empezó a emitirse en España? ¿Sabíais que hay una pedazo estatua de Mazinger Z en Tarragona…? No. Y de haber ido a la exposición, seguiríais sin saberlo, porque al parecer, no es importante. 

    Lo mismo sucede con la exposición de Saint Seiya, también conocido como Los caballeros del Zodíaco. Bocetos, dibujos, un único cartel con el nombre de cuatro personajes, un fondo para hacerse fotos Y YA ESTÁ. ¿Para qué vamos a decir, como yo le recalqué a nuestra querida y nunca bien ponderada directora (éste año quiero la paletilla de bellota y la caña de lomo en el lote de Navidad. De nada), que fue una serie que cabreó tanto a las asociaciones de padres ñoños que no sólo protestaron hasta que fue retirada de la parrilla televisiva, sino que llegaron al extremo de comprar los derechos de emisión para evitar que fuese emitida por NINGUNA cadena, prohibiendo incluso la posibilidad de que fuese trasladada al horario nocturno para que no pudieran verla niños pero sí los adolescentes o adultos a los que sí les interesase y que no pudo ser emitida en España hasta la llegada de las televisiones de pago, quienes les dijeron a esas mismas asociaciones de padres “ajo-ajo-a joderse tocan…”, porque al ser canales de pago no estaban sujetos a esa restricción y podían emitir lo que les diese la gana?

   Por lo demás, los stands de siempre llenos de cosas para comprar, pero también vimos algo un poco más interactivo que otros años, como masajes o información de cursos para aprender japonés… pero poquito. Los incondicionales asistentes con sus sempiternos disfraces parecen haber aprendido que, aparte de gastarse la guita, no hay gran cosa que hacer allí, y han tomado la JapanWeekend como lugar de interacción social y ligoteo con personas con gustos afines a los suyos. Los carteles de “abrazos gratis”, ya llevan la coletilla “…intercambio de whatsApp”.

    En definitiva: no está mal, pero podría estar mucho-mucho-mucho mejor. Debería estar mucho mejor, la verdad. Pero en fin, después de aquello, parafraseamos a John Malkovich en Red, “¿comeremos tortitas?”, y sí, las comimos. 

   Aquí Dita Delapluma, la reportera más cinéfila de KoukyouZen, devolviendo la conexión a los estudios centrales.