Sé que no es jueves pero me gustaría compartir con vosotros estas ideas y cortinas de humo que sirven para que dejemos de pensar en los verdaderos problemas y miremos hacia otro lado.
Un artículo aparecido en The Week el 9 de octubre es el desencadenante de mis carcajadas o por lo menos, de mis malos pensamientos. No es el día de los Santos Inocentes ni April Fools y es una artículo serio.

Los ADULTESCENTES (término acuñado a finales de los '90 para designar a adultos que se seguían comportando como prepúberes, aka adolescentes, continuando con sus aficiones "infantiloides" como pueden ser los cómics y/o disfrazarse (o cosplayearse) de personajes basados en esos cómics/manga/anime/videojuegos) son el pecado de esta noticia.
En 2003 Christopher Noxon sacó un libro llamado Rejuvenile en el que damos por bueno dicho "palabro" en el que describía a esa nueva horda de adultos con responsabilidades, familia la gran mayoría, que seguían anclados en lo que el autor considera sus años mozos por sus aficiones.

Pues eso: leer o coleccionar cómics, ver dibujos animados (no entramos en el debate de si los Simpson, Futurama, Shin Chan o porqué no High School Of The Dead son o no para niños), darle a las consolas (o al PC, que de todo hay) y cosplayearse, tiene un límite de edad establecido por la sociedad (permitidme que me carcajee y no será la única vez que lo haga).

Bueno, ya nos hemos dado cuenta que somos adultescentes.
Eso no es todo.
Ahora viene cuando los que sí que han dedicado sus esfuerzos a levantar los países (no, no hablamos de Pujol, Botella o Putin por nombrar alguna de las personalidades "más relevantes" en su ámbito cultural) sino de aquellos que estudian hasta el infinito y más allá (venga, que sabéis de quien es esta frase..) y tienen la clave a la pobreza mundial: LOS COSPLAYERS.
James Pethokoukis, columnista del American Enterprise Institute afirma que los cosplayers son los culpables. Basándose en una afirmación de Masahiro Yamada, sociólogo japonés, el cual dijo que las décadas más errantes del País del Sol Naciente, coinciden con un aumento importante de la gente que escapa de sus males recurriendo a los mundois virtuales de cómic/manga/videojuegos.

Que la juventud se deja mucho dinero en estas "banalidades" y denota un problema con la realidad (segunda carcajada, más fuerte que la primera).
Aquí lo mismo te fríen un pantalón que te cosen un huevo: un economista también es psicólogo (dos carreras en una ¡oiga!) y lo que se invierte en un traje de cosplay podría servir... ¿Para política?

Volvamos al análisis que hace de la juventud (volvemos a hablar de adolescentes supongo, porque aunque hay quien teniendo hijos ha tenido que volver con sus padres, me da que no se refiere a estos). Ya no hablamos de NINIS (ni estudia ni trabaja, básicamente porque no se puede permitir lo primero y no hay de lo segundo) sino de que solo hay baristas y bartenders con licenciatura, las carreras están en un punto muerto.
Son lo que sus padres han querido que sean pero no son felices.


Yo para ser feliz ya no quiero un camión. Quiero un traje detalladísimo de Matoi de Kill La Kill, que me quede como un guante y que mole. Ya comeré otro día, dormiré en la calle y para qué quiero saber que dos más dos son ¿cuatro?. ¡Dios mío, Pethokoukis va a tener razón!! No se hace nada de todo esto por culpa de los cosplayers. ¿Serán egoístas?
Y lo gracioso es que cada año hay más y hay concursos y ayudas del gobierno (vale, si cuela, cuela)...
En fin, si he logrado arrancaros una sonrisa, doy por bueno el artículo.
Zapatero a tus zapatos. Que de políticos de pacotilla estamos inundados y cualquiera con dos dedos de frente hace una ley últimamente y todo el mundo vale para opinar, sino que se lo digan a Belén Esteban que está en todos "los fregaos y sabe de tó".