-Nena, ¿estás SEGURA que quieres ver Camareras caníbales desenfrenadas 3? - me dice ZombiD mientras se abrillanta las botas.
   
    -Claro que sí, zombito, ¿por qué lo preguntas? 

    -Bueno... verás, sé que te gusta el cine de terror sangriento, como a todo el mundo, y que te gusta quedar con todos, y hacer el burro por ahí y dormir hasta tarde... pero a veces pienso si no lo haces sólo porque me gusta a mí. - le dedico una sonrisa. Yo veía ese tipo de cine antes de que él se mudase aquí. - Quiero decir, me resulta casi exótico que una chica no me arrastre a ver cine romanticón, ¿no preferirías ver un roll... una peli de amor?

    -Verás, D... el cine de amor y yo, no nos llevamos del todo bien. Por regla general, me resulta muy pasteloso y muy artificial. Una peli de amor tiene que ser muy "especial" para que a mí me guste. Pero reconozco que hay varias cintas que, por una u otra razón, me tocan la fibra. Como a cualquiera, supongo. 

     -Entonces, ¿qué te parecería si esta noche nos quedásemos aquí tu y yo, solitos, con la manta hasta la barbilla y viésemos una de esas pelis que a ti te tocan la fibra?

    Malvado... Pero admito que me dejo tentar, así que hoy vamos a por una de las pocas pelis románticas que yo soy capaz no ya de aguantar, sino de disfrutar intensamente. Hoy, en Cine que ya tendrías que haber visto: ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu  madre?



    
En un aeropuerto, un hombre bastante malhumorado tiene que tomar un avión hacia Italia, y ya el empleado de ventanilla que le atiende le hace saber (a él y a nosotros) que su malhumor y sus alzadas de voz, todo el mundo se las va a pasar por salva sea la parte. Este hombre, llamado Wendell jr. (Jack Lemmon), no viaja a Italia por placer (o quizá sí, pero aún no lo sabe), sino por un asunto muy doloroso: para ocuparse de la repatriación del cadáver de su padre, que ha fallecido en un accidente de coche en Isquia, una encantadora isla italiana. En parte de su trayecto, coincide con una mujer inglesa llamada Pamela Piggott, a quien Wendell, como es su costumbre, no trata con excesiva cortesía. 

     Wendell sabía que su anciano padre, desde hacía ya diez años largos, pasaba un mesecito de descanso en un balneario de Isquia, para reponerse de sus terribles dolores lumbares, pero apenas llega, se encuentra muchas cosas que no sabe de su desaparecido progenitor, como el respeto y cariño que le profesaban la práctica totalidad de los empleados del hotel y aún los habitantes de la isla. Mientras da órdenes al gerente del hotel para que tenga todo preparado (trámites burocráticos, ataúd que soporte un viaje en avión, daños producidos por el coche en el fatal accidente...) con su prepotencia habitual, también la srta. Piggott pide ayuda del gerente para trámites similares, porque su madre también ha fallecido y necesita idénticas atenciones. Mientras Wendell se disculpa por su escasa cortesía al darse cuenta de cómo ha tratado a una mujer que también pasa por momentos emotivamente difíciles, se lleva la sorpresa al saber que la madre de Pamela, iba de copiloto en el coche en el que se mató su padre. Pero se llevará la Sorpresa pocos segundos después, cuando descubra que esa compañía, no era en absoluto accidental, sino que su padre y la madre de Pamela estaban allí registrados desde hacía diez años como "señor y señora".

    Infidelidad, enredos, líos desde administrativos hasta mafiosos y amorosos colman una cinta
divertidísima de principio a fin, y vamos a analizar los puntos que dan vida y comicidad a una película tan tierna como hilarante, empezando por el contraste cultural. Si existen en el mundo dos culturas diferentes, esas son la sajona y la latina. Wendell, el norteamericano que provenía de la América setentera, es el prototipo del "ordeno y mando", proviene de un mundo mecanizado y donde el factor humano se dejaba de lado cada vez más, para que todo estuviese en manos de máquinas que podían trabajar sin ningún tipo de descanso; un mundo donde los turnos de trabajo se extendían a lo largo de todo el día, para que cualquier persona pudiera ir a consumir a cualquier hora del día y siempre se encontrase a alguien para atenderle; un mundo donde todo el mundo va con prisas y se exige que todo sea dicho y hecho. La isla de Isquia, en Italia, es absolutamente contraria a esa manera de trabajar, y así se lo hacen saber a Wendell apenas aterriza; no se pueden pedir trámites a mediodía, porque el mundo se detiene para comer tranquilamente en casa y echarse después la siesta. No se pueden pedir trámites en domingo en un país que respeta religiosamente el descanso dominical. No se puede exigir al resto del mundo que te hable en inglés cuando eres tú el extranjero. En esos aspectos, la dulce srta. Piggot sencillamente se deja llevar; ella es consciente de que está en otro país, radicalmente distinto al suyo y se dedica a disfrutar esas diferencias, a saborearlas con la misma pasión con la que le gustaría saborear la comida, si bien su ligero sobrepeso le hace frenarse... pero sólo en ese aspecto.Wendell en cambio, es quejicoso y no deja de hacer comparaciones, todo lo que no puede ser hecho en el acto le parece una prueba de por qué América va a la cabeza del mundo, no le entra en la mollera otra manera de hacer las cosas que no sea la suya propia, pero conforme avanza la cinta, él mismo aprende a hacerse más flexible y comprensivo, y la magia también le atrapará a él aunque no quiera. 

  
   La infidelidad es otro punto de comicidad en la cinta. Wendell se siente escandalizado porque su padre hiciese algo así, pero no por que le falte el respeto a su madre aún viva, sino porque le parece mal que su padre simplemente estuviese de rumbeo a su edad. Como bien le dice el gerente "yo me sentiría orgulloso de mi padre, si a su edad...", pero eso no pega con el estirado Wendell. Él se siente ofendido no tanto por la mentira de su padre, como por el hecho de que se fuese de juerga por ahí. Él siempre le ha visto como un hombre serio y estirado, y ha sido como la imagen que tenía de él. Cuando se entera de que ha estado adorando y pretendiendo ser como alguien que en realidad no existía, se siente traicionado y considera a su padre un golfo. Que lo es, pero también porque vivía en un mundo en el que su aventura no podía ser reconocida; si simplemente hubieran sabido en su casa que no iba a un balneario estrictamente dicho, sino a un hotel de vacaciones a disfrutar de la vida y no a reponerse de ningún dolor, nadie lo hubiera considerado propio del magnate dueño de Industrias Armbruster... De nuevo, la diferencia de culturas: en Estados Unidos, eso de viajar por placer se considera propio de extranjeros o de superricos; la gente normal, no se toma vacaciones. De veras. Allí, no existe el mes de vacaciones pagadas, y no ha sido hasta ésta legislatura que se ha puesto sobre la mesa la obligatoriedad de dar a todos los empleados una semana (una semana...) de vacaciones remuneradas. Los empleados, desde el más humilde limpiador hasta el más despiadado tiburón de las finanzas, no acostumbran a tomar vacaciones más que tres o cuatro días sueltos al año y de ellos, dos son Navidad y Año Nuevo. El tomarse vacaciones es visto como algo propio de vagos, o cuando menos de personas que no se comprometen con la empresa, poco trabajadoras y competitivas; es una manera de hacer entender a tus compañeros y a la empresa que no eres una persona dispuesta "a tomárselo en serio"... Figuráos qué imagen estaría dando todo un dueño de empresa que, en lugar de estar al pie del cañón como el primero, se tomaba nada menos que un MES entero de vacaciones; para el sr. Wendell era imprescindible hacer creer que no se iba por placer, sino porque su desgastada espalda le obligaba a ello. 

   Wendell jr., obligado a entenderse con personas con un modo de pensar radicalmente opuesto al suyo, tiene forzosamente que adaptarse, y los enredos se irán sucediendo conforme avance la trama, porque el enterarse de la doble vida de su padre, no es más el primer peldaño en una escalera tan larga como hilarante; los dueños del viñedo donde se estrelló su padre, el camarero del hotel, Pamela que desea honrar la memoria de los padres de ambos repitiendo por una noche sus rutinas de cena, baile nocturno y baño nudista matinal... y en medio de todo aquéllo, una maravillosa isla playera y un hotel vintage deseosos de quererle como quisieron a su padre. 

   Pamela Piggot (encarnada por Juliet Mills), por su parte, piensa de una forma bien diferente: ella sí
estaba enterada de la aventura que su madre, viuda, mantenía una vez al año con el padre de Wendell, y no se siente estafada en su amor filial, todo lo contrario, siente gran admiración por la figura de su madre como la de una mujer que vivió un gran amor y no se detenía ante nada para disfrutarlo, y está convencida de que algo así, es imposible que le suceda a una "gordita" como ella. Pamela vive acomplejada por su figura y su aspecto físico, ha sido abandonada por su pareja precisamente por una chica mucho más delgada y esa falta de autoestima la hace ser también insegura, pero a la vez tomarse las cosas con mucha filosofía. No tiene miedo ni siquiera de mostrarse desnuda, porque no cree posible que alguien la mire con intenciones libidinosas. Su carácter, mucho más dulce y amable que el de Wendell, harán que éste se sienta arrastrado por ella, precisamente por que la idea de desilusionarla, es dolorosa en sí misma. 

   Jack Lemmon ya había trabajado como galán cómico en otras cintas muy sensibles como Irma la Dulce o El apartamento, y siempre había dado el prototipo de hombrecito tímido y encantador con las chicas que se dejaba casi-casi seducir por ellas pero que sabía ser valiente y poner las gónadas encima de la mesa cuando había que hacerlo frente a un rival o una dificultad,  y ¿Qué ocurrió...? no es una excepción. Pese a ir de cascarrabias y hasta ciertamente de borde y grosero en algunos momentos, enseguida vemos que no es más que fachada, una máscara tras la que se esconde para no admitir a su compañera ni a él mismo, las ganas que tiene en realidad de que suceda lo que termina pasando. Wendell es un hombre frío y racional, que pretende presumir de comprensivo y moderno cuando Pamela le hace saber que si la madre de ella nadaba desnuda, ella misma no va a ser menos y se propone imitarla, le acompañe él o no. Naturalmente, Wendell no está dispuesto a ir tan lejos y persigue a Pamela por todo el muelle recogiendo la ropa que va tirando y dando razones vacías para impedirle que lo haga. Cuando finalmente se lanza al agua, él no es capaz de dejarla hacerlo sola, y la sigue. En calzoncillos y calcetines, eso sí, pero el travieso mar italiano le despoja de ellos bien rápidamente, en una secuencia de una hilaridad tan pícara y tierna que hace que una servidora, se ponga colorada. 

1972. Esto llegó a España con más de un tijeretazo.


¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?, titulada "Avanti!" en el original (título, a mi juicio, mucho más acertado, porque no sólo no nos prepara para sorpresa alguna, haciendo que éstas nos pesquen tan de sopetón como al propio Wendell, sino que homenajea un momento muy concreto de la cinta.), lleva el sello Wilder de la genialidad de principio a fin. Tanto en la elección del protagonista (no olvidemos que Lemmon siempre fue el actor preferido del citado director, y cuando consigue que alguien tan poco propenso al romanticismo como yo se emocione, es indudable que la elección fue buena), como en los enredos, y en el mismo modo de tratar la historia, haciendo que algo en principio tan triste como la muerte de un padre o una madre, se conviertan en una farsa cómica, y algo tan grave como una infidelidad, en un soplo de aire fresco que no parece pasar de travesura equiparable a coger un par de galletas a escondidas. 

¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? es una cinta deliciosa para ver en pareja, o a solas, o con amigos... pero siempre SIN niños. Su humor es pícaro, pero jamás grosero, si bien el concepto de comedia de enredo está ya hoy día un poco pasado de moda, por más que yo opine que Wilder nunca pasará de moda. Cinefiliabilidad 4, lo que quiere decir que es muy fácil de ver, salvo si no te gusta la comedia de enredo. Si eres contrario al cine de amor, atrévete con ella: te garantizo que no es en absoluto lo que hoy día se entiende como "comedia romántica".


"¿Hablo con el imbécil nº1? ¡Que se ponga el imbécil nº2!" Si no coges esta frase, tienes que ver más cine.