Por Miguel A. Alejo

“Es increíble que el humor gráfico desate un odio tan intenso en las mentes distorsionadas de algunos individuos, integristas, fundamentalistas que apoyan sus acciones criminales en una supuesta creencia religiosa”.

    Carlos Hernández hace veinte años comenzó a dibujar  diariamente una tira humorística en el periódico IDEAL de Granada, uno de los más leídos de la Comunidad Autónoma. Un joven heavy llamado Chucky fue su primer personaje para después ser sustituido por la tribu de Orceman, prehistóricos inspirados en el hombre de Orce. Estas colaboraciones humorísticas convierten a Carlos Hernández en uno de los autores más longevos dentro el panorama del humor andaluz.

¿Cómo se inició en el mundo del humor gráfico? 

Pues como casi con todos los dibujantes que conozco, creo que ser aficionado a la lectura de tebeos desde niño y querer dibujarlos uno mismo tarde o temprano es una característica intrínseca del comienzo de cualquier carrera en este mundillo, luego llega el momento de publicar tus dibujos en cualquier fanzine, propio o ajeno, revista, pequeña editorial, donde sea, con tal de expresarte y ver tus dibujos impresos.  Nuestro medio de difusión eran los fanzines, contactar con editores estaba fuera de la órbita de la mayoría de nosotros, pero es que ni tan siquiera pensábamos en editores, ni en dinero, ni en premios, era algo muy colaborativo y nada competitivo, recuerdo que no existía la presión y ansiedad que noto en los jóvenes aspirantes actuales, creo que la inmediatez que promete internet y las redes sociales crea una falsa sensación de éxito instantáneo que salvo contadísimas excepciones, solo conduce a dos cosas, o la frustración por no impresionar a ese buscatalentos de Marvel o DC al que persiguen por las redes y los salones de cómic o la fantasía de que valemos mucho porque a nuestros colegas les “gusta” TODO lo que hacemos. Luego está el lado positivo de los nuevos medios de difusión virtual, y es que el contacto directo con autores, aficionados, editores y lectores es algo muy interesante si se sabe gestionar, además es algo que innegablemente ha allanado el camino de la publicación en muchos aspectos, pero cuidado, no es oro todo lo que reluce en internet.

Y volviendo a la pregunta, mis inicios fueron muy sencillos, fanzines y fotocopias, luego la inmersión en el mundillo profesional más candente de los 90, formando parte de la primera manifestación de la asociación juvenil “Veleta”, que en 1996 revolucionó el panorama de los salones del cómic nacionales, rompiendo al bilateralidad Madrid-Barcelona para situar Granada en la élite de jornadas alternativas e independientes, con invitados de primera línea como David Lloyd, Liberatore, Kevin Taylor, Sergio Aragonés, Mauro Entrialgo, Azagra, Kim, Fer, Abulí... etc, con los cuales me codeaba y descubría que el cómic es una carrera de fondo en la que señores muy humildes curran cada día con horario de oficina, sin ponerse medallas, sin postureos.

Su primer personaje para el periódico IDEAL fue un joven heavy que recorría toda la movida de la noche granadina. ¿Cómo nació Chucky?

Pues andaba yo dibujando mis cosas en fanzines y pequeños proyectos amateurs cuando por medio de una buena amiga tuve el privilegio de conocer personalmente al subdirector del IDEAL en aquél entonces, Esteban de las Heras, que desde el principio creyó en mis posibilidades y me dio la oportunidad de mi vida, entrar a trabajar en el periódico más importante de Andalucía, publicando una tira cómica diaria. Llegué con la idea mas loca del mundo, a partir de la imagen real de un amigo mío, diseñé un personaje juvenil, borrachín y fumeta, que se metía en líos con la policía, botellones y garitos nocturnos... vamos, una apuesta arriesgada, que tuvo muchas críticas del sector más conservador de la ciudad y algunos lectores no tardaron en quejarse al periódico mediante cartas al director. Sin embargo, algo salió bien, y es que el periódico sintió una oleada de nuevos lectores jóvenes y no tan jóvenes interesándose por una iniciativa tan poco convencional y audaz, nada menos que un dibujante en ciernes, muy poco formado y apenas destetado de influencias fanzineras que se metía a dibujar una tira diaria cargada de crítica social, llena de ideas y motivaciones propias de un joven dibujante de 21 añitos que tenía yo por entonces y que enseguida captó la atención y el interés de gran parte de la juventud de los 90.

En 1997 cambió ha Chucky por una tribu prehistórica, Orceman, ¿Por qué el cambio de personajes?

A pesar de lo que se pueda pensar, el motivo por el que “maté” a Chucky en 1997 para sustituirlo por la nueva tira cómica “Orceman” no era nada relacionado con las controvertidas historietas del joven Chucky, no existió jamás presión alguna para suavizar o cambiar el tono de mis propuestas, no, simplemente llegué a un punto de inflexión personal en el que tal vez una mezcla de madurez y ganas de evolucionar me llevaron a proponer unilateralmente un cambio tan radical en la tira cómica, que fue aceptado sin problemas.
¿Ha evolucionado su forma de entender el humor en estos años?

Precisamente ese cambio de tira cómica marcó un cambio en mi modo de expresión, tanto en el aspecto gráfico como en el contenido de los diálogos, monólogos y chistes, que vieron como el humor tipo “comedia de situación” de Chucky daba paso a una manera más introspectiva y reflexiva de “comedia pensante” (por no decir inteligente, que no quiero ser presuntuoso) en el que baso el golpe de humor en una reflexión abierta, a veces surrealista, a veces socialmente crítica, muchas veces hermética, que llego a un público más amplio y maduro, tal vez a los mismos lectores que disfrutaron Chucky y que al igual que su autor, habíamos llegado a la misma transición personal e intelectual con los años. Ahora me encuentro en una etapa parecida de coyuntura vital, en lo que tal vez sea el principio de una nueva iniciativa personal, vuelta de tuerca, tour de force, ya veremos qué se me ocurre.

Y a Chucky, ¿cómo han pasado estos 20 años por el personaje?

Chucky resucitó en los 2000 gracias a la revista El Batracio Amarillo y a una nueva sección semanal de IDEAL en la que publiqué nuevas tiras del personaje. Las historias del Batracio eran una serie autónoma de las tiras que apareció mensualmente en aquella mítica revista. Las tiras nuevas en IDEAL fueron una continuación de las tiras de los 90, pero con un Chucky más maduro, en plena crisis existencial y económica pues entrábamos en esos años de recesión que dieron lugar a la famosa Crisis y Chucky era un joven en la treintena, sin estudios, sin cualificación, sin futuro, que luchaba por sobrevivir en un Nuevo Orden Mundial diseñado a la medida de los creadores de la Crisis, o sea, los de siempre... y en esas tiras reflejé todo el espíritu de frustración, indignación y cabreo que esa situación tan injusta le provocaba. Si Chucky volviera ahora, votaría a Podemos.

Además del humor gráfico, también publicó una novela gráfica sobre Federico García Lorca de la que se acaba de publicar la edición italiana

Efectivamente, se publica ahora la versión para el ámbito italiano de la novela gráfica sobre Federico que publiqué en España con la colaboración de El Torres. Es todo un honor que te traduzcan a otra lengua y que una editorial tan importante como Panini apueste por un autor novel y nada consolidado comercialmente como yo para editar una propuesta tan personal como es La huella de Lorca (Norma editorial, 2011), titulado “L'Impronta di Lorca” en Italia, Suiza, San Marino y el Vaticano!, estoy muy contento. La tarea de dibujar un álbum completo, cómic puro y duro se me hizo muy grande al principio, si no hubiese estado El Torres en su papel de “director de tesis”, siempre al quite y puliendo mis imperfecciones, tal vez me hubiese rendido en las primeras páginas. Para mi, un sencillo y anónimo pintamonas caricaturesco, publicar en una de las grandes editoriales nacionales era una gran responsabilidad y una exposición pública a la que no estaba acostumbrado y confieso que sufrí  intensas crisis de confianza en el proceso.

Y ahora está trabajando en otra sobre uno de los grandes pintores españoles, Dalí, ¿Cómo está ese proyecto?

Pues bien, tras la pequeña proeza que supuso vender casi 2.000 ejemplares de La huella de Lorca en toda España, mi compañero El Torres propuso a la editorial hacer un nuevo álbum conmigo, esta vez centrado en la figura de Salvador Dalí, y Norma aceptó de nuevo, demostrando que algunos editores españoles se mojan e incluso arriesgan, apostando por un autor novel español que sin destacar en su dominio de la técnica gráfica pero dando muestras de cierta originalidad en sus planteamientos -por citar una de las críticas más interesantes que me han hecho nunca- prometía superarse en esta ocasión. Tras el impulso que le dio El Torres al proyecto, me dejó volar solo y ahí sigo, después de dos años de trabajo, de intensa documentación, verano en Cadaqués incluido. Afortunadamente no he vuelto a sentir aquél miedo escénico que me apabulló con Lorca, he ido a mi propio ritmo, disfrutando muchísimo del juego que estoy proponiendo con el guión, pues adelanto que tampoco será una biografía al uso, ni siquiera será una narración lineal, ya llevo unas cincuenta páginas -de 72- y espero acabar el álbum en marzo de 2015, para verlo publicado en junio o en septiembre de 2015, según la agenda de publicaciones de la editorial.

¿Qué sintió por el reciente atentado sufrido por la revista francesa Charlie Hebdo?

Tengo una profunda sensación de dolor, asombro y consternación por la muerte de los compañeros dibujantes y todas las víctimas de los atentados de París, es increíble que el humor gráfico desate un odio tan intenso en las mentes distorsionadas de algunos individuos, integristas, fundamentalistas que apoyan sus acciones criminales en una supuesta creencia religiosa.

Ya en 2006 tuve ocasión de poner mi granito de arena en apoyo de los humoristas gráficos que fueron amenazados por dibujar las primeras caricaturas de Mahoma, ilustrando un magnífico artículo de Jose Vicente Pascual en este mismo periódico, titulado "Oui, on a le droit de caricaturer Dieu", Si, se tiene el derecho de caricaturizar a Dios.