El silencio es casi absoluto en mi mazmorra, sólo interrumpido por algún suave ronquido. Mi tiíto Creepy está dormido como un tronco mientras el proyector emite un documental sobre la productora Hammer. Sobre su mano huesuda, tendida en el sofá, reposa el mando a distancia, pero quitárselo no es así de fácil; tan pronto como note la ausencia del peso, se despertará y dirá que nada de cambiarlo, que lo está viendo. Por eso llevo una bolsita llena de arena y me muevo con toda lentitud por el salón. Tan pronto como el mando sea nuestro, podremos llevarnos el proyector móvil y poner una película interesante. En la puerta, ZombiD me mira conteniendo la respiración (lo que para él es fácil), mientras yo me acerco muy despacio, intentando no pisar ninguna de las tablas que crujen. Al fin llego frente al sofá. Sopeso la bolsa. Lleva demasiada arena, y saco un par de puñados. Con todo cuidado, acerco la mano. Me preparo. A ZombiD le tiemblan los dedos. Un rápido movimiento y cambio el mando por la bolsa de arena. Nada sucede. Suspiro de alivio y me preparo para dar la vuelta, cuando la mano del tío Creepy se cierra en torno a la bolsa, y de inmediato, sus ojos se clavan en mí.

-¡EH! ¡Estaba viendo ese documental! - se lanza a por mí, pero yo ya he echado a correr. Mi tío grita una orden y veo con horror que el foso de la puerta empieza a abrirse y el portón a cerrarse; no paro de correr, pero veo que no ganaré la puerta a tiempo.

-¡Tírame el mando! - me grita D. Vacilo, porque sé qué pelis pretende poner, pero me apremia - ¡No hay tiempo para discutir, dámelo y yo te doy el brazo! - Se lo lanzo y lo agarra al vuelo, D se suelta el brazo y lo lanza hacia mí, sujeto sólo por el hilo quirúrgico. Noto a mi tío detrás de mí, pero en ese momento me agarro al brazo de mi novio, éste tira hacia sí, y atravieso el foso colgando de él. Me creo salvada y sonrío, ¡pero el hilo cede! ZombiD se pone el mando entre los dientes y agarra el hilo con la otra mano, tira hacia arriba mientras yo trepo y al fin llego al otro lado; D y yo echamos a correr para atravesar la puerta mientras él acciona la movilidad del proyector y éste se desprende del techo y vuela hacia nosotros, la puerta casi llega al suelo, rodamos y salimos; al rodar, el ojo izquierdo se desprende de la cuenca de ZombiD y meto la mano en la rendija para tomarlo, saco la mano como un rayo, justo cuando la puerta toca el suelo con un suave trueno. Dentro del salón, el tío aún protesta... Pero ahora, vamos a ver una de aventuras, ¡sin cine, la vida sería tan aburrida...!




Mucha atención: por veinticinco millones de gallifantes, ¿películas que han usado la montaña Paramount para lanzar la secuencia de inicio....? El Príncipe de Zamunda, donde el pueblecito en cuestión estaba justo detrás del monte pero, ¿qué había antes del monte? Pues antes del monte, estaba la cinta que nos ocupa hoy, En busca del Arca Perdida. A través de una primera secuencia que no aconsejamos a los enfermos del corazón (y en la que podemos ver a un joven Alfred Molina antes de que se calzase los tentáculos del dr. Octopuss), conocemos al inefable Indiana Jones (por mejor nombre Henry Jones jr.) y a su némesis, Belloq. Ambos arqueólogos son colegas y rivales, y compiten por los hallazgos, con la diferencia de que Jones lo hace para el estudio propio y humano, mientras que Belloq se mueve por el dinero. En su vida diaria, Indiana Jones es un honesto y, en apariencia tímido y casi gris profesor de universidad, y precisamente durante una de sus clases, viene a verle su amigo y responsable del Museo para el que trabaja como arqueólogo, Marcus Brody, a decirle que varias personas del gobierno, desean verle. El dr. Jones, definido por los propios agentes del gobierno como "conseguidor de antigüedades raras", es contratado para que encuentre una reliquia muy especial, en la que también está interesado nadie menos que Hitler. Se trata del Arca de la Alianza, que es el arca donde fueron supuestamente guardados los pedazos de las Tablas de la Ley que Charlton Hes... quedigaaa... que Moisés bajó del Monte Horeb y rompió poco después. Según las leyendas, el ejército que lleve el Arca consigo, es invencible. Verdad o no, el gobierno no quiere que los nazis cuenten con un ayuda semejante, y el dr. Jones no está dispuesto a que una reliquia de tantísima importancia no pase bajo sus ojos y los de toda la humanidad en el museo. 

     Por definición, el Cine es arte. Es cultura, es emoción, es diversión, sapiencia, terror, curiosidad, amor, odio, lágrimas... pero sobre todo y por encima de todo, el Cine es entretenimiento, y aventura. El cine llevó a las vidas de todos lo que el teatro no podía llevar, y eran efectos especiales sensacionales, fieras, guerras, disparos... cintas como Tarzán, o Robin Hood o King Kong, dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en clásicos sobre todo por que eran entretenidas, aptas para cualquier edad y sabían cautivar a grandes pequeños combinando amor, acción, miedo, humor... de manera que daban el miedo justo para que los niños disfrutasen, el amor justo para las parejas, el humor justo para todos... Eran la fórmula perfecta del cine. Nombres como Quattermain, la Pimpinela Escarlata, D'Artagnan... se hicieron (más) inmortales gracias a sus apariciones en la gran pantalla. A todo el mundo le gustaba el cine de aventuras. ¿A todos...? ¡No! Hubo cierto colectivo social que denostó ferozmente de él. Ese colectivo social, fueron, mal que me pese, las feministas. 

   Durante los años sesenta y setenta la liberación sexual se convirtió en una realidad. Las mujeres trabajaban y mantenían a sus familias, estudiaban, controlaban su fertilidad, y podían optar a los primeros puestos de mando en empresas o gobiernos. Las jóvenes se negaban a adoptar el papel "pasivo" que tomaron sus madres y sus abuelas siendo amitas de casa y permaneciendo en ellas a la espera de que sus esposos volvieran del trabajo para ponerles las zapatillas. Eso, como todos los cambios sociales, también se reflejó en las artes, y el cine no iba a ser menos. De repente, las películas clásicas de aventuras "viene el bueno-mata al malo-y rescata a la muchacha", eran consideradas machistas y retrógradas.  Los folletines al estilo del Conde de MonteCristo o Los tres mosqueteros, que tantísimo éxito habían tenido en décadas pasadas, ahora eran consideradas hiperactuadas, falsas e insufribles... incluso motivo de parodia, como vimos en El estrafalario prisionero de Zenda, dirigida por Blake Edwards y protagonizada por Peter Sellers y Peter Sellers. Durante esa época, se persiguió un cine más social, que mostrase historias más cercanas al público, más realistas y menos efectistas (de allí surgiría, como cine social, el cine policíaco que mostraba los problemas de los barrios marginales en los que florecían las bandas y se consumía droga, y más tarde se hiperbolizaría en el cine de acción), motivo por el que cine de aventuras pareció durante un puñado de años haber perdido su razón de existir, como le pasó al cine musical. 
 

No obstante, hete aquí que llegamos a principios de la década de los ochenta, y nos encontramos con un joven director que lleva ya casi diez años haciéndose un nombre. Tras dirigir episodios televisivos de Colombo, en 1971 se abre él mismo las puertas de los cines con la memorable y de increíblemente clásica inspiración El diablo sobre ruedas (recordadme que os hable de ella). A mediados de la década, ya su nombre suena en todas partes gracias a la cinta que nos hizo tener miedo a bañarnos en la playa, Tiburón. Y allá por el 77 se convierte en el Rey Midas de Hollywood gracias al clásico instantáneo Encuentros en la Tercera Fase. Hablo, naturalmente, de Steven Spielberg. Su amistad con George Lucas, que nació a raíz de la primera trilogía de La guerra de las galaxias, no sólo marcó sus trabajos en lo que a fantasía se refiere, sino que también nos traerían la cara del dr. Jones. Lucas y Spielberg, alumnos de la "vieja escuela" del cine, fervientes admiradores del cine clásico puesto que se habían criado con él, deciden rescatar el cine de aventuras, pero para eso, precisan una historia realmente buena y adaptada a los tiempos que corren. La historia de un hombre que lleva casi una "doble vida", siendo en su faceta social un profesor anodino y en su faceta privada un valiente aventurero, les encanta y la escriben a grandes rasgos en cuatro intensos días junto a Lawrence Kasdan (guionista también de La guerra de las galaxias). Y trabajando la historia, surge el primer obstáculo, ¿quién va a encarnar el papel del dr. Jones?

En un principio, se pensó en  Tom Selleck, actor de gran fama televisiva gracias a la serie Magnum, serie que precisamente le arrebató éste, que podría haber sido el papel de su vida, por estar comprometido contractualmente con ella. Pero en fin, fue el papel de la vida de otro. Al no contar con Selleck, Lucas y Spielberg barajaron nombres tan variopintos como el de Richard Dreyfuss, que ya había trabajado con Spielberg en dos ocasiones, pero finalmente, cuenta la leyenda, que cierta noche, de madrugada, estaba Spielberg en su casa viendo La guerra de las galaxias, cuando cogió el teléfono y llamó a George Lucas, que estaba tranquilamente soñando con los angelitos, y le dijo: "Tenemos un dr. Jones. Le hemos tenido delante todo este tiempo, y no le hemos visto". Y cuentan que Lucas contestó: "Dios mío... ¡Es Han Solo!". No sé si ésta anécdota que leí hace años en la Cinemanía es cierta o no. Pero me gusta como anécdota. Y Harrison Ford sigue diciendo que la imposibilidad de Selleck para tomar el papel, fue "su gran suerte", y ya puede decirlo, sobre todo si tenemos en cuenta que él ha sido el único de la tríada protagonista de Star Wars en tener una carrera más allá de la citada saga. 

Ford no tenía nada en contra de las serpientes. Hasta que rodó ésta peli.


El personaje de Indiana Jones (que por cierto lleva su nombre por el perro de George Lucas. Marion, era la gata de Spielberg. Cuando el dr. Jones sr.  rebate el nombre de su hijo diciendo "nuestro perro se llamaba Indiana", no lo dice por azar), es el de un hombre moderno para su época, culto, educado, inteligente... No es un simple aventurero, sino alguien que ha estudiado y parte siempre la base de la cultura. Conoce las costumbres de los pueblos, habla una docena de lenguas, se mezcla con la gente y tiene amigos en todos los pueblos desde Europa a Sudán. Si esta descripción os suena, es porque la que él mismo utiliza para referirse a Marcus Brody en La última cruzada... pero como podemos ver enseguida, esas palabras sirven para él y no para el bueno de Marcus. Lucas y Spielberg construyeron un personaje de raíces clásicas y gran exotismo (la selva sudamericana, Egipto, desiertos...), pero de corte moderno (culto e inteligente, sin prejuicios, poco creyente y más propenso a creer en lo que puede ver y tocar antes que en leyendas o supersticiones...). 

Marion (Karen Allen) por su parte, no era ni por un instante una damiselita en apuros. Desde el primer momento que la vemos, sabemos que no se trata de una mujer del tipo "necesito que me salven". Nuestra primera impresión de ella, es llevando a cabo un concurso de chupitos contra un hombre mucho más corpulento que ella, y ganándolo, y poco después pegándole una buena bofetada al protagonista a raíz de ciertos asuntos del pasado. Desde luego que no podía faltar la escena en la que Jones la ayuda contra los nazis, porque en toda cinta de acción que se precie, el afecto y la amistad precisan de esa ayuda, porque es necesario para que nos demos cuenta de qué tipo de gentuza son los nazis y hasta qué punto están dispuestos a llegar, y porque de no hacerlo, Marion no acabaría teniendo a la fuerza que viajar con Indiana. No obstante, y aunque Marion sea ayudada por el dr. en muchas ocasiones a lo largo de la cinta, siempre la vemos pelear y plantar cara, aunque sea a sartenazos. Nuestra co-protagonista no es una chica débil, sino una mujer valiente, acostumbrada a sacarse ella solita las castañas del fuego... una mujer liberada y de los ochenta. 

En busca del Arca perdida no fue una cinta fácil de rodar, ni siquiera de producir. Lucas y Spielberg tuvieron que buscar y negociar muchísimo hasta que finalmente la Paramount se avino a rodarla a cambio de la exclusividad del personaje para tres películas más; iba a ser una cinta muy cara y de rodaje largo, pero los responsables de la citada productora le vieron el potencial, y quisieron asegurarse la jugada para las secuelas y evitar que otra productora avispada se quedase con el producto cuando éste ya hubiese demostrado sus buenos frutos. Cuando finalmente salió a la luz, se comió la taquilla como sólo los grandes del Cine saben hacerlo, y se convirtió en una de las películas más taquilleras de la Historia, poniendo de acuerdo a público y crítica sobre su grandeza. En menos de diez años, ya era un clásico del cine, un "must see", la película que todos vimos de niños y que hizo nacer no pocas vocaciones por la arqueología. Lucas y Spielberg resucitaron un género y supieron complacer a todo el mundo con un producto que los mayores de treinta llevaban veinte años sin ver, y los menores de treinta no habíamos visto nunca: Cine de aventuras. 



En busca del Arca perdida es una cinta de entretenimiento puro, en la que el protagonista no ha salido de una cuando se ha metido en otra, en la que las escenas de acción son de cortar la respiración y nos deja con un final abierto verdaderamente interrogante. Es perfecta para ver en familia y para inspirar en los pequeños el amor al cine. Es la historia que le gusta incluso a aquéllos a quienes no les gusta el cine. Cinefiliabilidad 1, lo que significa que se ve sola y no requiere más esfuerzo que tener preparado un buen suministro de palomitas.


"A veces me siento a pensar... ¡y la solución se presenta sola!" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.