-Mirad, ahora... ahora viene cuando me descuelgo cabeza abajo por el muro... - Dice, y resoplamos. Ver cualquier versión de "Drácula" con Vladi al lado, es agotador; no para de contar la película, repetir los diálogos, comentar las escenas... ¡no hay quien lo calle! La única manera de tenerle la boca ocupada, es haciendo que coma palomitas, así que le pongo en el regazo la ensaladera grande, llena hasta los topes. Vladi las toma y se las acerca a la boca, pero se detiene. Olfatea. Acerca la nariz al aperitivo y se pone color cirio - ¡¿Quién les ha puesto mantequilla de AJO, puaaaaaaaaaaaggh?! - las suelta y se limpia los dedos exageradamente, mientras el dr. West saca su grabadora. 

    -El sujeto es capaz de reconocer ya no el ajo propiamente dicho, sino simplemente su aroma artificial, aún en muy pequeñas dosis; le ocasiona rechazo, miedo, indignación...

    -¡Heeeeeeerbert, le voy a dejar con menos sangre que un ladrilloooo!

    -...Y accesos de violencia. - Naturalmente, no llega la sangre (nunca mejor dicho) al río, porque entre todos frenamos a Vladi. Las tardes de cine comunitario, me hacen pensar. La mayor parte de cintas que vemos, son de lo que uno clasificaría como terror, y sin embargo, para nosotros es cine costumbrista, casi neorrealista... No nos asusta. Y sin embargo, Vladi se aterra ante el simple aroma artificial del ajo; Freddy detesta el fuego y nunca se acerca mucho a la chimenea; Jason le tiene pánico al agua y tienes que tomarle de la mano hasta para saltar un charquito; a ZombiD no le gustan pero nada los gusanos y si le pones un reality-show, chillará de pánico*... y a mí me dan miedo los tópicos (cosas de ser escritora...). Resumiendo: ¿de qué está hecho el terror, que cada persona tiene uno distinto? Bien, el terror en sí, ya lo averiguaremos otro día, pero hoy vamos a descubrir de qué está hecho EL CINE de terror. Hoy, en Cine Freak Salvaje: La cabaña del bosque. 


     El terror, igual que la comedia o el drama, o que cualquier género cinematográfico o literario, tiene unas leyes determinadas. Todos recordamos la frase de "en toda película de acción que se precie, los detectives habrán de visitar, como mínimo, un club de striptease", y es algo que se cumple con candorosa puntualidad, sobre todo en las cintas de los ochenta y noventa... Esto es así, porque las cintas de acción tienen que transmitir sordidez y mostrar que sus protagonistas se mueven en ambientes poco adecuados y prohibitivos. En las cintas de comedia serán los malentendidos, los batacazos o los gases digestivos (los pedos, vamos) los que serán recursos inevitables en pro de la comicidad. Y en el terror, hay también ciertas leyes inevitables, como que todos los adolescentes son estúpidos, que prácticamente todas las rubias son de moral relajada, que si tienes sexo morirás, o que las acampadas son uno de los peores planes posibles para pasar un fin de semana... Pero, ¿qué sucedería si esas "leyes del terror" no fueran casuales, sino que estuvieran cuidadosamente orquestadas? De esa premisa, parte La cabaña del bosque. 

    En un centro de trabajo de gran seguridad, los sufridos empleados se preparan para algo grande, tan grande que incluso admiten apuestas. Paralelamente, un grupo de despreocupados jóvenes universitarios se dispone a pasar un fin de semana en una cabaña alquilada. Apenas parten de viaje, un contacto informa que están de camino. En cierto punto de su ruta, paran en una gasolinera aparentemente desierta, pero regentada por un anciano que les pone sobre aviso, y a quien no prestan atención. Y finalmente, llegan a una cabaña de madera de forma rectangular situada en mitad de un claro, "con la misma cédula de habitabilidad que la casa de Terror en Amityville"... si nada de esto os resulta familiar, tenéis que ver más cine. Y leerme más.

     Conforme avanza la cinta, vemos que las elecciones que toman los jóvenes, aunque voluntarias,
los van poniendo en una dirección determinada que irá desencadenando los sucesos en los que se verán envueltos. Y hasta ahí podemos leer. 

    La película, protagonizada por Kristen Connolly y Chris Hemsworth (Thor), nos presenta una visión interesante del mundo del terror que, precisamente por estar enteramente compuesta de tópicos, es sensiblemente diferente a todo lo que hemos visto. La película narra de forma inteligente una historia que en realidad ya conocemos, pero desde un punto de vista nuevo, dando un sentido original y diferente a todo el género de terror en general, y además desde un ángulo no exento de comicidad. La cabaña del bosque no es una cinta para ser tomada en serio, y no pretende eso. Pretende divertir al espectador, darle codazos y hacerle guiños; cada momento de la película está plagado de homenajes a otras anteriores. Así, el grupo de jóvenes compuesto por "pareja de chico fuertote y chica ligera de cascos; chica formalita, chico interesado en ella y fumeta" es un combo que hemos visto cientos de veces; la gasolinera desierta y la advertencia del anciano ya pudimos verla en cintas como Las colinas tienen ojos; la susodicha cabaña es un calco de la utilizada para Posesión infernal...

     Estrenada en 2012, La cabaña del bosque llegó para convertirse en una revisión del género del terror, mezclándolo con la comedia, con cierta filosofía (de la que no puedo hablar porque la reventaría, pero que es similar a la usada en El tren de la carne de medianoche ) y con una evidente ansia de ganar más la complicidad del espectador que su miedo. Si bien la idea de mezclar terror y humor no es nueva, sino que es algo que ya empezamos a ver en los años cuarenta con cintas como Abbot y Costello contra la Momia o contra los fantasmas (Cintas que no os recomiendo salvo si vuestro amor al cine es tan elevado como el mío: su humor excesivamente blanco y cándido las ha hecho quedar obsoletas y resultar algo sosas vistas con los ojos actuales), y en los años ochenta fue cuando se explotó realmente con cintas como Los Cazafantasmas o Terrorífica luna de miel, La cabaña del bosque va un paso más allá al no tener un tono realmente claro hasta bien avanzada la proyección. El juego con el espectador es constante, y éste sabe que está viendo una cinta de terror, pero no puede evitar reírse. Y aunque se esté riendo, no puede evitar sentir inquietud... ¿Es acaso el cine de terror un cine propio de psicópatas, de personas de escasa empatía, como hay quien asegura? No. Es sólo que la cinta, nos hace partícipes del juego y a pesar de darnos un gran material de terror, nos hace reír con él.

La cabaña... es preciso verla con los ojos bien abiertos y sin perderse detalle, porque cada uno es
importante. Cada vez que algo os suene u os resulte familiar, tened presente que cualquier parecido con otra cinta de terror, no es en absoluto una casualidad, sino totalmente intencionada. Cada toque, es un saludo de un amante del terror a otros. Dirigida por Drew Goodard, a quien yo conocía por perpetrar el guión de "Monstruñoso",  algunos episodios de Buffy Cazavampiros y la incomprensible Perdidos, éste hombre se ha reconciliado conmigo a raíz de tan ingeniosa e inteligentemente dirigida cinta como la que nos ocupa. La cabaña del bosque es una cinta que exige tener un mínimo bagaje cultural en lo que a terror se refiere para disfrutarla en toda su dimensión; es ideal para ver con amigos (así la disfruté yo :) ), siempre y cuando todos seais simpatizantes de un género tan atrayente y controvertido como es el terror. Cinefiliabilidad 6, lo que significa que es fácil de ver, pero no es apta para niños, es poco probable que guste a tus padres, y requiere atención para llevar la trama y captar....:

"Sí, cuente los espeluznantes detalles" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine. 


"Jo, el portero se va a cabrear...." (Si no coges ésta frase... bueno, ya lo sabes)


*Os recuerdo que ZombiD se alimenta principalmente de cerebros.