-"Desconfía de los regalos que vienen en cajas con agujeros", dijo Garfield. - y digo yo. Pero ZombiD y mi tiíto Creepy no dejan de sonreírme para que abra mi regalo, de modo que me armo de valor, quito la cinta y destapo la caja. Suelto un grito ahogado al ver lo que hay dentro, y la pequeña criatura emite un sonido, a medio camino entre el rugido gutural y el maullido adorable. Sus patitas delanteras se apoyan en el borde de la caja y sus largos colmillos afilados brillan en blanco. Apenas puedo respirar de la emoción... tímidamente intento cogerlo y él deja que lo haga. Sus alas de cuero se doblan en reposo y me olfatea. Le ofrezco mi muñeca. Su lengua suave la lame, y con toda delicadeza, la muerde y succiona. No siento nada, su saliva es anestésica, de modo que no siento ningún dolor, pero al probar mi sangre, ofrecida voluntariamente, me ha elegido como su mascota... Los murciégatos utilizan su adorabilidad para atacar y sobrevivir, pero son criaturas relativamente mansas, y si uno sabe tratarlos, son amigos muy fieles. 

     -Me parece que te gusta, ¿verdad? - sonríe ZombiD, secándome los lagrimones que me resbalan por la cara. 

      -Salió de un estante de la Biblioteca el otro día. - me dice el tiíto Creepy - Estuve a punto de soltarlo, pero recordé que estabas loca por tener uno, y... 

     -¡No fue ninguna broma atraparlo, vuela muy deprisa, y como tenía la tripa llena, no quería dejarse coger! 

     El murciégato suelta mi muñeca, satisfecho. La herida se cierra al momento y él se acurruca en mi regazo, ronroneando. Estoy radicalmente en contra de regalar animales, y menos aún en Navidad, por que luego vienen las lamentaciones y los abandonos... pero reconozco que éste, me ha llegado al corazón. Y para ver qué consecuencias puede tener comprar animales por Navidad, tenemos nuestro Cine Freak Salvaje Navideño de hoy: Gremlins. 


   
  Quien diga que los cuentos son candorosos, inocentes y llenos de bondad y dulzura, es indudable que jamás ha leído uno y su único contacto con ellos ha sido a través de Disney. Los cuentos infantiles están llenos de advertencias más o menos veladas, y por lo tanto, de amenazas y hasta de terror. Los cuentos navideños no sólo no son una excepción, sino que se caracterizan precisamente por tener una carga de terror superior a otros tipos de cuentos. Ya desde el clásico Cuento de Navidad de Dickens y su Fantasma de las Navidades Futuras, podíamos ver pasajes que daban verdadero miedo, y no sólo a los niños, y llegando a producciones más recientes como la famosa Solo en Casa, también encontramos elementos de miedo e inquietud, y si pasamos por el clásico de cine navideño por excelencia, ¡Qué bello es vivir!, por más que sea lo lacrimógeno lo que destaque de ella, también tiene un fuerte componente de miedo en la realidad que el protagonista conoce sin su propia existencia y su terrible impacto al tener que hablar con su madre, esposa... y ver que no le conocen ni saben nada de él. En definitiva: un buen cuento navideño ha de tener muchos ingredientes (humor, ilusión, moraleja...) para ser bueno, pero lo que lo hará realmente BUENO, será que dé un poco de miedo. Partimos de aquí para no olvidar que, parezca lo que parezca, Gremlins es, ante todo, un cuento de navidad. 

    Estamos muy cerca de las fiestas navideñas, y Randall Pletzer, un modesto inventor de aparatos de dudosa utilidad, se traslada a Nueva York desde su pequeña urbanización de cuento de hadas, a fin de
vender sus inventos y de comprar un regalo de Navidad para su hijo Billy. Para esto último, sigue a un niño chino hasta la tienda de viejo del abuelo del pequeño, y allí descubre una criatura de maravillosa dulzura llamada Mogway (en cantonés, significa "espíritu maligno"). El abuelo se niega a venderla, pero el niño, sabiendo lo mucho que necesitan dinero, se lo entrega a espaldas de su pariente, pero le previene de tres reglas que debe respetar con toda rigidez:

     -No puede exponerlo a la luz directa, y la luz del sol, lo mataría. 

     -No puede mojarse ni beber agua. 

    -No puede comer después de medianoche. 

    Como podréis suponer, y a fin de que haya película, las reglas no serán respetadas tan escrupulosamente como deberían haber sido... 

     "Un gran poder, conlleva una gran responsabilidad", dijo el tío Ben, y tenía razón. Aquí nos encontramos un caso similar. Gizmo, el Mogwai, es una criatura simpática, muy inteligente, dulce, querible... pero si una mascota ya puede ser difícil de cuidar, él lo es más todavía, porque no se trata de que vaya a vomitar en la alfombra o mordisquear la cortina del salón. Gremlins no sólo es una cinta de humor terrorífico, sino también una ácida crítica hacia el consumismo desenfrenado y el pensamiento egoísta que nos induce a tomar a los seres vivos como mercancías de usar y tirar, como regalitos, y no como criaturas que tienen unas necesidades muy particulares, y precisan de sus dueños para satisfacerlas. El pretender ignorar esas necesidades (quien dice "no lo alimentes después de medianoche", dice "no te olvides de recoger sus cacas"), puede poner en peligro a toda la comunidad y a ti mismo. 

    El personaje de Billy, encarnado por Zach Galligan, se ve obligado a crecer anímicamente durante la película, pasando de ser un adolescente tímido y un poco meapilas, a convertirse en un chico seguro de sí  mismo y dispuesto a enfrentarse a lo que haga falta para proteger a los suyos y a no abandonar a sus amigos, pero la cinta no se convierte en ningún momento en una exaltación del amor fraterno o algo excesivamente azucarado, de hecho se trata de una película navideña muy atípica en ese sentido, dado que no hay intervención alguna de bondades divinas o poderosas criaturas benignas; estemos o no en Navidad, si una horda de bichejos psicópatas ha tomado tu vecindario, va a ser mejor que muevas el culo y hagas algo tú mismo por solucionarlo, porque Santa Claus no va a venir a hacerlo por ti. Al igual que eso, también la protagonista femenina y amiga de Billy admite abiertamente odiar la Navidad, y por una vez, esto no se concibe como un error del personaje, ni nadie intenta convencerla de lo equivocada que está, ni hacerla cambiar de idea... Por primera vez, alguien tenía una razón de peso para odiar la Navidad, y para cuando terminó la película, ni ella había cambiado de opinión, ni había sucedido realmente nada lo suficientemente significativo para que la adorase.

    Dirigida por Joe Dante, y con capital Spielberg (fue producida por la Amblin Entertainment, que
acababan a la sazón de producir E. T.) Gremlins se convirtió en la cinta-estrella de las navidades de 1984, y su combinación de humor y terror (algo que ya hicieran Los Cazafantasmas, si bien Gremlins tiene más terror que humor, y la cinta de los doctores Venkman, Stanz y Spengler más humor que terror) dio fantásticos frutos en taquilla... no obstante, las asociaciones de padres ñoños salieron a quejarse de que la película tenía determinadas escenas violentas que no eran para niños, en tanto que Gremlins había salido con una clasificación de "apta para todos los públicos". Sus presiones hicieron que la Asociación de Cineastas modificara el reglaje de clasificación por edades, haciendo aparecer el "no recomendada para menores de siete años" que tiempo después también se adoptó en España. 

    El éxito de Gremlins fue tal, que de repente empezaron a surgir como setas películas muy similares (lo que se llama "exploitation"). Munchies, Ghoulies, Critters... fueron sólo algunas cintas que explotaron el filón gremliniano con argumentos bastante similares, ya fuesen criaturas venidas del espacio exterior, estatuas de ídolos reanimados o simplemente criaturas molestas en general, con tendencia a devorar cosas como la carcoma y a prestarse a chistes fáciles. Ninguna de ellas alcanzó el éxito de los Gremlins y la mayor parte de ellas pasaron directamente al mercado del vídeo doméstico (Critters sí pasó por los cines... la primera parte al menos. Las siguientes pasaron directamente al estante del videoclub, con tan escaso presupuesto como vergüenza, pero si os interesa el dato, en la tercera entrega podéis ver a Leonardo diCaprio hecho un crío. Fue su primera película). 


   Gremlins ganó el prestigioso Premio Saturn a los efectos especiales para el equipo técnico creador de Gizmo y el resto de criaturas, así como a la Mejor banda sonora (Jerry Goldsmith. Si hace falta decir algo más, tenéis que ver más cine), Mejor Director para Joe Dante, y Mejor película de terror. En taquilla, fue la cuarta cinta más taquillera del año 1984, y si tenemos en cuenta que compitió con Superdetective en Hollywood, Los cazafantasmas e Indiana Jones, a mí me parece muy buen lugar. Su éxito ameritó una secuela seis años más tarde, en 1990, que aunque ya no alcanzó el éxito deseado (en algunos momentos, no es que sea "cargada de humor" sino directamente "paródica"), merece aún la pena por ver a un gremlin femenino y a otro hablando con la voz de nuestro querido Constantino Romero. 

     Gremlins es una película de la que se puede decir lo mismo que de Jungla de cristal: a pesar de todo, es navideña, y no sólo porque suceda en Navidad. Es una película llena de fantasía, acción, humor, terror y moraleja sin moralina. Admito que a niños muy pequeños o impresionables puede darles un buen susto, pero si están en la franja de los diez o les gustan los cuentos de miedo, se lo van a pasar bomba. Cinefiliabilidad 6, lo que significa que es fácil de ver, salvo si te asustas fácilmente. 


"¡Dale a la zambomba, dale al almirez, y dale a tu sueeeeeeegra en mitá la nuez!"



      "A ver si también sigues éste consejo, cabrón... ¡agua va!" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.