-...El bar nunca cierra, seƱor. - No lo puedo creer. SabĆ­a que Ć©ste dĆ­a llegarĆ­a, pero... la verdad, hubiera dado algo porque llegara mucho mĆ”s tarde, aunque eso significase no tenerle aquĆ­, y precisamente porque eso significaba no tenerle aquĆ­. Cuando mi tiĆ­to supo que venĆ­a a tomar posesiĆ³n del torreĆ³n que desde hace tanto le tenĆ­amos reservado, me llamĆ³ enseguida para que le viera. Llevaba aƱos soƱando con lo mucho que deseaba verle cara a cara, y ahora que estĆ” aquĆ­, no se me ocurre absolutamente nada que decirle, y me limito a estar tras mi tĆ­o, asomĆ”ndome por su espalda, mientras le observo. Firma el registro, y veo en su brazo el tatuaje del as de picas. Y se me escapa un suspiro. Me tapo la cara por completo con la espalda del tiĆ­to Creepy y me limpio las lĆ”grimas en su levitĆ³n. Cuando me asomo de nuevo, le veo llevĆ”ndose un cigarrillo a los labios, y se palpa la camisa...

    -Tenga, seƱor, gentileza del Castillo. - digo muy rĆ”pido y le alargo una cajita plegable de cerillas. Me mira directamente y me sonrĆ­e. Una fuerte descarga elĆ©ctrica recorre mi columna vertebral de abajo arriba en un segundo, estalla en mi nuca y me deja temblando de pies a cabeza. Cuando toma las cerillas, inclina un poquito la cabeza en seƱal de agradecimiento, y sus dedos rozan los mĆ­os. Y todo se vuelve luminoso, una luz increĆ­ble me ciega por completo. 

    -Has reaccionado como una believer repelente. - ZombiD me mira con cara de fastidio, mientras mi tĆ­o me abanica y se rĆ­e. Estoy sentada, pero no recuerdo haberlo hecho... oh, vaya... ¡creo que me desmayĆ©! 

   -D, cielo... no te me enfades - sonrĆ­o mientras me levanto y le abrazo por la espalda. Es normal que estĆ© algo celoso, pero no tiene porquĆ© - SĆ³lo ha sido la impresiĆ³n, di tĆŗ conmigo que VAYA VECINO... - Mientras yo intento convencer a ZombiD de que yo sĆ³lo le quiero a Ć©l, vamos a hablar tambiĆ©n de otros vecinos. Hoy, en Cine freak salvaje: Mis apetitosos vecinos. 






    Alabama del Sur, Mississippi, Louisiana, Carolina del Sur... nombres de tierras que nos llevan a pensar en paletos vestidos con camisas de cuadros con cierta tendencia a destilar aguardiente casero, comerlo todo rebozado en sebo y frito, y a casarse entre primos. Tierras donde se enseƱa el creacionismo en las escuelas, motivo que hace que sean mirados por encima del hombro por los estados del norte, y tierras donde se cultivan gran parte de los alimentos que se consumen en toda la naciĆ³n, incluyendo, claro estĆ”, enormes cantidades de carne. No sĆ© quĆ© tiene el sur de los Estados Unidos que es tan atrayente para pelĆ­culas de determinada temĆ”tica terrorĆ­fica. Igual que las momias piden a gritos Museo BritĆ”nico o que todos los monstruos gargantuescos vienen siempre de JapĆ³n, hay algo en los zombis que los hace idĆ³neos para los estados sureƱos. No me preguntĆ©is el quĆ©, sĆ³lo sĆ© que se da. 

     Un anciano granjero se dirige a vender una partida de carne picada de sus reses a un restaurante, y poco despuĆ©s llega la familia de protagonistas a gozar de una parada antes de proseguir viaje hacia su cabaƱa y, ¿cuĆ”ntas veces habrĆ© de decir en Ć©ste blog, que las excursiones a cabaƱas del bosque, no terminan nunca bien? Por favor, que la gente se vaya de crucero o a Las Vegas, que estĆ”n para eso, cabaƱas en el bosque NO, ¡caca! Y ya perdonarĆ©is que abandone mi tono exquisito y hasta redicho habitual para soltar estos exabruptos, pero la cinta que nos ocupa utiliza exactamente el mismo tono. Durante la cena, nuestros protagonistas coinciden con otros comensales que degustan hamburguesas provenientes de la citada granja, y tras la cena, empiezan a comportarse de modo ligeramente poco adecuado. Vamos, que empiezan a devorarse unos a otros. 

    Mis apetitosos vecinos bebe de otras cintas similares como Redneck Zombies o, mĆ”s actualmente,
Planet Terror; su argumento es escaso y se ampara sobre todo en el humor. La pelĆ­cula que hoy nos ocupa no se toma en serio ni por un momento, estĆ” plagada de sobreactuaciĆ³n, de hipĆ©rboles y de absurdos, presentes estos Ćŗltimos tanto en conversaciones, como en reacciones, como en puros recursos narrativos. Se utiliza la exageraciĆ³n en todo momento para parodiar a pelĆ­culas serias del gĆ©nero que ya empezaron utilizĆ”ndolos de forma seria. Si bien la cinta no tiene el tono definitivo de comedia o parodia, es exactamente una tanto de forma intencionada como accidental. De forma intencionada, la cinta usa los recursos que tiene a mano de sangre a chorros, conversaciones estĆŗpidas  y situaciones que ya hemos visto mil veces en producciones serias parodiadas para provocar la risa. De forma accidental, ninguno de los actores transmite la menor sensaciĆ³n de realidad, y la inmersiĆ³n cinematogrĆ”fica es nula. 

     En cuanto a esto Ćŗltimo, la escasa duraciĆ³n de la pelĆ­cula, que apenas llega a la hora y media, juega en su favor, dado que llega a hacerse aburrida en algunos momentos (tambiĆ©n es cierto que es una pelĆ­cula mĆ”s propicia para verla con algo de alcohol en sangre o rodeado de colegas y una cachimba; asĆ­ tiene que ser la pera de divertida, eso sĆ­), aunque en conjunto sea salvable. Por lo demĆ”s, es una cinta de zombis con todos los ingredientes del gĆ©nero y que sigue el manual paso a paso: familia de vacaciones, hija rebelde que no se siente querida, madrastrona, padre dĆ©bil y novio retrasado mental; estallido de violencia zombi, plan de huĆ­da, muertes, padre e hija se sienten mĆ”s unidos en la adversidad y aprenden a conocerse, resoluciĆ³n con colofĆ³n violento y final abierto. Y todo ello con unos medios que parecen limitarse a una cĆ”mara, sirope y poco mĆ”s. 

  Por lo demĆ”s, Mis apetitosos vecinos no es una cinta que haya ganado premios, ni crĆ­ticas positivas, ni siquiera que haya hecho una gran taquilla, pues saliĆ³ directamente a vĆ­deo. Es un producto serie B, y aĆŗn le falta algo de carisma para serlo realmente, algo mĆ”s de gamberrismo, ritmo y salero, en lugar de sĆ³lo diĆ”logos absurdos que realmente no hacen reĆ­r ni aportan tampoco nada a la trama. La mĆŗsica, llena de sonidos "cua-cuĆ”" que parecen pretender evocar algo viscoso, tampoco es digna de menciĆ³n, sino que mĆ”s bien se limita a acompaƱar y llenar vacĆ­os, pero sin destacar por sĆ­ misma. 

    En conjunto, la cinta que nos ocupa hoy es una pelĆ­cula freak, que me dejĆ³ buen sabor de boca, sĆ­, pero que al mismo tiempo me pareciĆ³ algo insatisfactoria, que para los toques que da en ocasiones y los ingredientes que tenĆ­a, podĆ­a haber dado mucho, mucho mĆ”s, podĆ­a haber sido realmente muy divertida en todos los aspectos y regodearse mĆ”s en su propia esencia, en lugar de caer en la risa sĆ³lo accidental en ocasiones. 

    Rodada en 2007 sin ningĆŗn actor conocido, ni mĆ”s tĆ©cnico digno de menciĆ³n que su propio director, John Kalangis (conocido entre los fanĆ”ticos de Doctor Who por un documental del personaje que rodĆ³ dos aƱos antes de la cinta que nos ocupa), Mis apetitosos vecinos deja cierto regusto agridulce si uno acude a ella con grandes expectativas de terror, comedia o ambas cosas. No es apta para niƱos, tus padres no querrĆ”n ni acercarse a ella, y si quieres ponĆ©rsela a tus amigos, mejor ofrĆ©celes primero una buena cena y riĆ©gala bien con alcohol. AsĆ­, sin duda serĆ” divertida. Cinefiliabilidad 7, lo que significa que es facililla de ver y no va a importar si te marchas a hacer palomitas, pero se hace algo Ć”rida en determinados momentos. 


Manos y boca sucias; ropas impecables. CĆ³mo ahorran en detergente en Ć©sta peli...



"¿Te acuerdas de aquĆ©lla vez que te Ć­bamos a llevar al dentista... y nos gastamos el dinero en un peluquĆ­n para Francis?" Si no coges Ć©sta frase, tienes que ver mĆ”s cine.