20 años después de su última aventura, El Corto Maltés volvía a navegar. Lo hacía con tres frentes abiertos: el primero, gustar a los lectores de Hugo Pratt, el segundo, agradar a los lectores de Díaz Canales y Pellejero. Y el último, lograr que más gente disfrute del marino sin importar quién es el autor.

Parecen haber aprobado con nota los tres flancos.

Corto Maltés recibe un curioso encargo por parte de Jack London: llevar una carta a Alaska a un antiguo amor. Como pago, encontrará un tesoro que el escritor dejó allí.

Condiciones meteorológicas adversas y habitantes poco sociables harán que su aventura por Canadá sea más peliaguda de lo que imaginaba...

Hablar de Juan Díaz Canales es evocar su obra más celebrada (hasta el momento) Blacksad. Sin embargo, en esta ocasión se acerca mucho a Edgar A. Poe en cuanto a poesía y todo lo que rodea el mundo onírico se refiere; el creador de Corto Maltés, Hugo Pratt falleció en 1995, y la última aventura del marino, , lo situaba en el océano Pacífico, así que qué mejor que comenzar la nueva andadura que con un sueño.


Aunque no hay referencias históricas de forma plausible, sí se pueden rastrear y encontrar cómo estamos a punto de llegar a lo que será la Iª Guerra Mundial. A pesar de que el orden cronológico no sigue ningún patrón, encontramos la carrera American Grand Prize que tuvo lugar el 27 de febrero de 1915 en San Francisco coincidiendo con la Exposición Internacional Panamá-Pacífico (aquí tenemos el hilo conductor entre Mû y El Sol de Medianoche...).

Rubén Pellejero coge el testigo de Pratt otorgándole algo de su personalidad ya vista en El Silencio de Malka. Pratt no dibujaba portadas, eran viñetas ampliadas, así que para la portada en color, se tapó la cara del protagonista a modo de sombra para que fuera el lector decidiera si era o no Corto Maltés. Una narrativa donde el dibujo aporta lectura por él mismo, respetando la uniformidad en las viñetas, siendo cuadradas y sin utilizar las verticales que junto al color suave de sabor ochetentero, logra evocar aquellos tiempos, aquél tipo de cómic.

Una valoración muy positiva, con el Código de amigos como premisa (respetar la última voluntad) en la que el tándem Díaz Canales/Pellejero hacen suyo al personaje respetando esas secuencias necesarias, por ejemplo Corto con Rasputín y los componentes secuenciales (según haga frío o calor o el lugar donde se encuentren) y sobretodo, El Valor de la Palabra.

Manchados, espacios en blanco o vacíos, el dibujo es el personaje principal, más allá del texto y se disfruta. El espíritu viajero de nuestro protagonista y seguir a la perfección el patrón marcado por Pratt, hacen la historia con momentos muy brillantes... Y algunos un poco menos amenos; revivir un mito del cómic, volver al clasicismo de las primeras obras La Balada del Mar Salado (1967) o Las Célticas (1971) debe haber sido una árdua tarea para Juan Díaz Canales. Ardua pero muy provechosa y emocionante a la vez.

Os invito a redescubrir a Corto Maltés. El marino que nunca se fue; estaba perdido en un sueño.

Ficha Técnica:

Nombre Original: Corto Maltés, Bajo el Sol de Medianoche

Autor: Juan Díaz Canales/ Rubén Pellejero

Género: Aventuras

Año: 2015

Editorial: Norma