Si algo es el cine, es el arte de la irrealidad, de lo imposible, y de la fantasĆ­a. Desde sus inicios, que ya superan el siglo de vida, el Cine ha servido para plasmar aquello que era imposible salvo en sueƱos, pero en ocasiones, el cine no se contenta con llevar a la vida los sueƱos, sino que desea enseƱarnos un pedazo de la realidad. Y como dirĆ­a Michael Ende al hablar de las obras del teatro clĆ”sico, “…parecĆ­a que la vida representada era, de modo misterioso, mĆ”s real que su verdadera vida cotidiana. Y les gustaba contemplar esa otra realidad”. Esto es lo que sucede en la cinta a la que nos referimos hoy, Tokyo Sonata, cuyo gĆ©nero es el costumbrismo y nos muestra unos episodios poco triviales de la vida de la familia Sasaki. 

Los Sasaki componen una familia de clase media tirando a convencional, con padre trabajador, madre ama de casa y dos hijos aĆŗn menores de edad, aunque uno de ellos ya estĆ© a punto de dejar la adolescencia. No son lo que uno llamarĆ­a una familia cariƱosa, y ni siquiera feliz, pero sĆ­ tranquila y que convive en una calmosa ignorancia mutua. Las cosas empiezan a desmoronarse para Ryuhey, el cabeza de familia cuando Ć©ste es despedido para que su empresa contrate empleados chinos, que cobran menos. 

Ryuhey se darĆ” cuenta con dolorosa certeza que en realidad, no sabe hacer nada concreto fuera de su trabajo, y que su vida consistĆ­a en sentarse durante muchas horas diarias y seguir rutinas a las que estaba acostumbrado de forma mecĆ”nica, sin pensar en nada. El verse imposibilitado para obtener un trabajo similar al perdido y el ser consciente de sus escasas habilidades, harĆ” que su autoestima se tambalee y empiece a portarse de forma mucho mĆ”s autoritaria y hasta cruel con su mujer y sus hijos, a los que no confiesa su verdadera situaciĆ³n para no perder su status quo ante ellos. Mientras tanto, su hijo mayor se ve sin rumbo fijo y desea alistarse en el ejĆ©rcito de los EE. UU. para intentar encauzar su vida en algo Ćŗtil, el pequeƱo estudia piano a escondidas para esquivar la negativa de su padre, y la madre intenta ser el pilar central de una estructura que amenaza ruina, y donde nadie parece ocuparse de que ella tambiĆ©n tenga sentimientos.





Cuando se habla de cine costumbrista, estamos hablando de llevar al cine una realidad diaria, no por sabida menos dolorosa. Estamos hablando de echar una mirada curiosa a algo que quizĆ” estĆ© sucediendo mĆ”s cerca de lo que imaginamos, y eso es algo que puede hacerse de muy diversas maneras. PelĆ­culas de Reino Unido como Full Monty o CafĆ© IrlandĆ©s ya nos pusieron en el prisma de hombres que se quedaban sin empleo y le ocultaban este hecho a su mujer o eran mantenidos por ellas y trataban de hacer frente a Ć©ste hecho y sortearlo con ingenio, o nos mostraban la tormenta que podĆ­a darse en una familia cuando la hija mayor se quedaba accidentalmente en estado, nadie sabĆ­a de quiĆ©n, y todo lo hicieron en clave de humor, sin perder por ello un Ć”pice de fuerza narrativa ni emotiva… Otra forma de hacerlo, es el drama. SoluciĆ³n, a mi juicio, mucho menos brillante y mĆ”s comodona. La cinta que nos ocupa, no es del primer grupo. 

Tokyo Sonata es una cinta dramĆ”tica y ademĆ”s narrada en tono oriental, es decir, muy lento, con actores cuya manera de actuar resulta terriblemente frĆ­a y distante, y donde es difĆ­cil sentir la menor empatĆ­a hacia prĆ”cticamente ninguno de los personajes, precisamente por su excesiva distancia. El director, Kiyoshi Kurosawa (no, no estĆ” relacionado con el Akira del mismo apellido), quien comenzĆ³ rodando softcore (erotismo, para entendernos) y que actualmente estĆ” especializado en cine de terror, nos presenta aquĆ­ una proyecciĆ³n muy alejada del suspense y el terror al que nos tiene acostumbrados, para adentrarse en una narraciĆ³n dramĆ”tica y tensa de los interiores de una familia que siguen juntos mĆ”s por costumbre y avenencias sociales que por cariƱo verdadero. La inexistencia de ese cariƱo motiva el tambaleo de la relaciĆ³n. Ryuhey vive en un mundo ordenado donde Ć©l es el proveedor de la familia y siente que puede mandar en su mujer y sus hijos porque Ć©l es el que trae el pan a casa. Cuando se queda sin empleo, esa autoridad, que no se basa en un cariƱo filial, ni en el respeto paternal, sino en una especie de acuerdo comercial, ya no existe, y eso le horroriza. Pero eso, no es algo que se nos indique especĆ­ficamente, sino que es una conclusiĆ³n a la que hemos de llegar nosotros. Como suele suceder en la narrativa asiĆ”tica, nadie se toma la molestia de explicar nada al espectador, ni los personajes dialogan o monologan mĆ”s que lo estrictamente necesario: simplemente se nos pone una situaciĆ³n delante, y nosotros la juzgamos. Ese “esfuerzo” que ha de realizar el espectador occidental – al que no estĆ” acostumbrado – puede resultar muy agradable en pelĆ­culas mĆ”s amables, como El viaje de Chihiro, pero cuando nos encontramos ante un drama tan lento como el que nos ocupa hoy, se hace realmente insufrible. 

Tokyo Sonata es una pelĆ­cula cuyo visionado puede merecer la pena por amor al Cine, para ver quĆ© modo tan distinto tienen de contar historias, de enfrentarse a situaciones y hasta de vivir, en otros paĆ­ses del mundo, pero su narraciĆ³n, extensiĆ³n, la ausencia casi total de mĆŗsica y diĆ”logos, la hacen realmente muy Ć”rida. No obstante, se llevĆ³ el premio Certain Regard en Cannes 2008 y no deja de ser, ante todo, una historia de esperanza. 

“Hijo… usted es la infracciĆ³n personificada. Con su facha, ya infringe la Ley. ¡TendrĆ­a que multarle por estar en el mundo!” Si no coges Ć©sta frase, tienes que ver mĆ”s cine.