Un suspiro de fastidio se escapa del pecho de ZombiD, y yo intento animarle; le sonrío y le aprieto  el brazo con cariño. 

     —No te frustres, cielo, ¡en realidad está muy bien! — le digo.

    —¡Pero si hay un montón de tachones! — protesta, y me enseña el artículo que ha intentado escribir y que le he corregido. 

     —Es cierto, tienes fallos, pero como todo el mundo — sonrío y me pongo de puntillas para besar su mejilla verdosa —. Y para eso estoy yo aquí, para corregirlos y ayudarte a pulirte, ¡nadie nace enseñado! Vamos a verlos uno a uno. 

     Nos sentamos en la alfombra, frente a la chimenea, y vamos comentando algunos de sus errores: nunca se empieza una definición con "es cuando", tiene el latiguillo del "un montón" y lo repite muchísimo, hay un par de dequeísmos... Y sobre todo, tiene que cuidar los principios. 

     —Salvo que tengas una causa justificadísima, nunca, nunca, nunca, empieces un texto con el parte meteorológico. Eso de "era un noche oscura y tormentosa" es el comienzo más tópico y menos atractivo de la Historia — mi novio asiente mientras terminamos de comprobar la corrección y se da cuenta de que escribir, no es tan fácil como parece. En muchas ocasiones, tendemos a subvalorar el trabajo de un escritor pensando que todos sabemos escribir y que "contar un cuento" es algo que puede hacer cualquiera. Sin embargo, la cinta de hoy, además de muchas otras cosas viene a dar un mentís a ese pensamiento. Hoy, en Cine Freak Salvaje, Tira a mamá del tren. 



     El bloqueo del escritor: dícese del estado mental por el que pasan muchos escritores (o todos al menos una vez, si hacemos caso a los rumores) durante el cual no se te ocurre absolutamente nada, o al menos, nada de lo que se te ocurre te parece bueno. También se conoce como el miedo a la hoja en blanco. Llámese como se llame, a todos aquéllos que pretendemos ganarnos la vida como escritores o que tenemos inquietudes de juntaletras, nos produce una ligera aprensión el hecho de abrir un "documento nuevo" y ponernos frente al vacío. Para mí es una experiencia similar a mirar a un abismo sin fondo y, la mejor manera de enfrentarse a él, es llenándolo. Y a veces, te basta con una simple frase, una diminuta tontería para que toda tu narración salga sola, pero otras veces hay que empujarla un poco. Y otras es mejor que te hagas un té y lo intentes dentro de un ratito. Larry (Billy Cristal), nuestro protagonista, se encuentra en el tercer caso, pero ese "dentro de un ratito" le viene durando muchos meses. 

     Divorciado y subsistiendo gracias a sus clases en las que enseña a otros a escribir, Larry vive lleno de resentimiento, puesto que su novela se ha convertido en un best-seller y lleva más de dos millones de ejemplares vendidos. ¿Que dónde está lo malo? En que esas ventas, no las está disfrutando él, sino su ex-mujer, que le ha robado la novela y la ha publicado como si fuera de ella. Hay para molestarse, y Larry lo está, al punto que es incapaz de escribir nada y vive atascado en la búsqueda de un nuevo principio que no encuentra, y le impide cualquier tipo de disfrute, ni siquiera es capaz de estar con su nueva novia, y su trabajo como profesor le asquea. Y precisamente uno de sus alumnos, Owen (Danny deVito), que vive con una madre saturnina que le maltrata y a quien sueña con matar, le profesa una excesiva admiración y no cesa de perseguirle para que le ayude a mejorar. Cuando Larry le aconseja que vea una película de Hitchcock (Extraños en un tren, cuyo argumento revisa la presente, aunque muy a su manera) para saber lo que es el suspense, Owen cree entender que Larry le está pidiendo que mate a su ex mujer, y a cambio, él le ayudará a "resolver" su situación con su horrible madre. 

    Si en toda relación humana que se precie, la buena comprensión es esencial, en toda comedia negra
que se precie, lo esencial es el malentendido. El maletín cambiado en Ocho cabezas, la identidad errónea en El hombre que no sabía nada, la compasión equivocada en Arsénico por compasión, pero en todos los casos vemos a alguien que sufre una confusión y deriva de ello un terrible enredo. Tira a mamá del tren es un ejemplo de libro. Owen y Larry viven torturados por alguien que les ha robado más que una posesión física, les ha robado toda su vida. Larry debería estar firmando libros, yendo a entrevistas, dándose la gran vida y gozando de su merecido éxito, pero en lugar de ello, tiene que ver a todo el mundo diciéndole lo guapa que estaba su ex mujer en la televisión y pensando que él, simplemente es un envidioso y un maltratador que desearía matarla. Owen carece de vida propia, vive la de su madre, que le grita e insulta sin parar, que le dice constantemente lo inútil y estúpido que es, y no le deja tranquilo un segundo. Sueña con matarla, pero sabe que no se atreverá a ello nunca, y no tanto por miedo a que le cojan, sino porque, a fin de cuentas y por muy bruja que sea... es su madre. 

    En ambos casos, tanto Larry como Owen viven una realidad frustrante y desagradable, pero mientras Larry se limita a lamentarse y perder el control, Owen nos muestra a un personaje mucho más frío y decidido, pese a haber llegado, paradójicamente, más lejos en su desesperación. Como hiciera Mastroianni en Divorcio a la italiana, Owen sueña con matar a su madre de variadas formas, pero sabe que no podrá decidirse a hacerlo. Estamos ante un personaje muy rico en facetas, alguien que "quiere querer" a su madre, quiere ser buen hijo para ella, pero también quiere vivir en paz y librarse de sus gritos y maltratos. En su frustración, no vacilará en convertirse en asesino de una mujer desconocida, si a cambio Larry le devuelve el favor. 

     La película, en clave de humor, nos pone frente a una disyuntiva interesante, ¿puede el asesinato ser una manera, a veces la única manera de resolver un problema? Esta pregunta, tratada ya en La soga, sabemos que tiene una respuesta negativa, pero además la cinta explora los límites de la gratitud, y es que Larry se sentirá obligado hacia Owen. Por más que tenga que desaparecer cuando la policía vaya a buscarle y la casa de Owen sea el lugar más seguro, podría realmente negarse a atentar contra la madre de éste, pero eso, además de arruinar la comicidad, le haría quedar como un ingrato. Conforme avanza la cinta y Larry va conociendo la extensión del desagradable carácter de la madre de su -mal que le pese- amigo, irá también venciendo las reticencias.

    Asimismo, la cinta nos pone frente al proceso creativo como algo duro e ingrato, que puede tomar meses y años, y nos demuestra que lo que llamamos "musa", en realidad no existe o, si lo hace, actúa como dijo Picasso: "la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". Larry se devana los sesos en busca de una historia genial, de algo tan bueno como lo que explota su ex mujer, pero sin conseguirlo. Tendrá que darse cuenta de que esa maravillosa historia que buscaba, en realidad estaba mucho más cerca de lo que él suponía, sólo tenía que centrarse y trabajarla. 

     Tira a mamá del tren fue la ópera prima de Danny deVito como director, a la que seguirían La guerra de Rose y la celebrada adaptación del clásico de Roald Dahl, Matilda. Aunque ya había dirigido un episodio de Cuentos asombrosos, éste fue su "bautismo de fuego" en los largometrajes y, si tenemos en cuenta que costó menos de catorce millones de dólares y recaudó casi sesenta, no lo hizo mal del todo. Va a ser cierto eso de que "en el bote pequeño, está la buena confitura". 

     Tira a mamá del tren es una comedia negra ácida y cínica, pero muy divertida y con toques de ternura que hacen de los personajes algo único y lleno de dulzura. Su duración es breve, apenas hora y media, es apta para todos los públicos y su comicidad es casi constante. Cinefiliabilidad 2, lo que significa que sólo se te hará árida si su estilo de hilaridad no llegase a conectar contigo. 


Un excelente método para desencerarse las orejas, sí...




"Yo soy grande, tú pequeña, yo soy listo, tú tonta, yo tengo razón, ¡tú no!" Si no coges ésta frase, tienes que ver más cine.